Los agricultores han invertido, de media, unos 1.000 euros en la compra de fauna auxiliar para los cultivos típicos de primavera, el melón y la sandía, frente a los 3.500 ó 4.000 euros que gastaron durante la campaña de invierno. La causa fundamental es que estos cultivos son de ciclo corto, es decir, se siembran, por lo general, en enero y se prolongan hasta abril o mayo, mientras que en el caso de plantaciones como el pimiento, la cosecha se inicia en septiembre y alcanza, prácticamente, hasta las mismas fechas. En este sentido, José Maldonado, director comercial de Agrobío, explicó que los productores gastan menos en ‘bichos’ en primavera porque «los cultivos son más cortos y, además, las plagas son más específicas y menos». Así, mientras en el invierno es frecuente la aparición de pulgón -una plaga para la que se pueden hacer sueltas preventivas de Aphidius-, o de araña, en melón y sandía lo más habitual es combatir el trips y la mosca blanca. Teniendo esto en cuenta, Fernando Castilla, director comercial de Biobest, comentó que «mientras para el pimiento, por ejemplo, se suelta Amblyseius swirskii, Orius, e incluso, Eretmocerus mundus, para un cultivo de melón o sandía, por norma general, sólo se usa el swirskii». Castilla explicó que esto se debe a que, al ser ambos cultivos de ciclo corto, «los agricultores buscan insectos que tarden menos en instalarse». Por su parte, Jan van der Blom, responsable del Departamento de Control de Plagas de Coexphal, ratificó que, efectivamente, para los productos típicos de primavera los productores han invertido menos dinero que en los de invierno y, de hecho, señaló que «muchos han hecho alguna suelta y luego han corregido con algún producto químico compatible, aunque esto no es algo general». Según van der Blom, el hecho de que melón y sandía sean productos de ciclo corto obliga a los agricultores a recortar gastos. «Se pueden permitir menos dinero porque el margen de beneficio es menor. Estos cultivos duran unos tres meses y, por tanto, la ganancia es menor», concluyó.