Pese a lo que muchos puedan pensar, el mundo de las marcas no es algo ajeno a la agricultura de la provincia almeriense. Nada más lejos de la realidad. El melón ‘Bombón', de Agroponiente, el ‘Miel de Casi' o la sandía Fashion son sólo algunos de los nombres comerciales que reciben los productos de primavera de la provincia. Melones y sandías que, si bien es cierto que durante mucho tiempo fueron los más demandados por los clientes europeos, también lo es que, de un tiempo a esta parte, tienen que ‘pelear' más por copar los grandes mercados de destino.

La llegada a países como Alemania o Francia de melón y sandía procedentes de ultramar ha traído consigo, en primer lugar, que ‘conquistar' los mercados comunitarios sea, cada día, un poco más difícil, y, en segundo lugar, que los agricultores y comercializadoras de la provincia tengan que trabajar, más aún si cabe, la calidad de sus productos. Sin embargo, ofrecer calidad no parece ser suficiente, sino que los consumidores buscan una garantía de esa calidad como, por ejemplo, nadie compraría nunca un televisor sin su correspondiente garantía.

En este sentido, y en el caso de los productos de primavera, la marca actúa a modo de garantía. Cuando un consumidor ve en el lineal de su supermercado un melón o sandía con una marca conocida, sabe que está adquiriendo un producto de calidad que, a buen seguro, cuenta con los grados Brix adecuados para su consumo y que, además, tendrá un sabor excelente. Andrés Góngora, secretario provincial de Coag, comentó, sobre este asunto, que «la creación de marca es algo muy positivo, ya que es la única forma de lograr una diferenciación en melón y sandía». Góngora lamentó que, a día de hoy, «ya no somos exclusivos» y, por tanto, abogó por «diferenciarnos para aportar calidad».

Teniendo esto en cuenta, Manuel Arévalo, director comercial de Nature Choice, apuntó que «no todo es la marca», sino que, tras ella, debe haber un gran trabajo que, normalmente, «no se ve». De este modo, explicó que «son los exhaustivos controles de calidad» los que, a la larga, «diferencian el producto» y los que harán que un determinado consumidor se decante por un alimento u otro. Aún así, afirmó que, desde luego, «contar con una marca a la hora de llegar a los mercados ayuda bastante, pero la verdadera diferenciación está en los controles de calidad». Por ello, es fundamental lograr, por decirlo de alguna manera, una equivalencia entre la marca y la calidad, es decir, que cuando el cliente vea la marca la relacione, directamente, con todos los procesos que hay detrás y que han servido para garantizar que el producto que está adquiriendo cuenta con todas las características exigidas en cuanto a sabor o dulzor.

Por su parte, Francisco Vargas, presidente de Asaja-Almería, comentó que, antes de hablar de marcas, «hay que canalizar la venta». A su juicio, «el mayor problema con el que nos encontramos en la actualidad es que nosotros mismos jugamos a ofertar el producto más barato que el otro» y, por tanto, «competimos entre nosotros». Para Vargas, la creación de una marca implica «la puesta en marcha de un protocolo de actuación y, sobre todo, un compromiso entre las empresas que quieran entrar a formar parte de ella». De este modo, para el presidente de Asaja en la provincia, «nos comprometemos a no vender por debajo de un precio límite que perjudique a nuestra comercializadora ni tampoco a nuestros agricultores».

En un mundo donde lo que prima es la imagen, el sector agrícola está comenzando a hacerse eco de esta tendencia y, poco a poco, va trabajando en la búsqueda de una identidad. Pero, ojo, ni mucho menos ésta es una identidad vacía, sino todo lo contrario. Cualquier marca almeriense es fruto de exhaustivos controles de calidad.


ISABEL FERNÁNDEZ