La inmigración de origen marroquí ha sido la primera en diluirse, que pasa de un 18% a un 2% en el último ejercicio, pero esto no quita la pluralidad de la plantilla de empresas como Vicasol, en la que procedencias como Rumanía, Ecuador, Perú, Lituania o Marruecos suponen en torno al 10% del total de la plantilla, aunque completadas con un largo rosario de otras procedencias, desde la Argentina a la Rusa, pasando por República Dominicana o Guinea- Bissau.

Estos datos demuestran que la situación socioeconómica está llevando a un reajuste del mapa de nacionalidades respecto a la mano de obra en las contrataciones que se llevan a cabo en las empresas de manipulado. Este trabajo, fuera de lo comúnmente admitido, requiere tanto de la tecnificación del operación como de un alto compromiso personal, ya se trata de en muchas ocasiones de las últimas manos que tocan el producto antes de que llegue al consumidor, lo que conlleva unas enormes dosis de responsabilidad individual para con el consumidor, la marca y su estándar de calidad.

Los porcentajes sobre nacionalidades demuestran, además, que el sector hortícola no es sólo motor económico de la provincia, sino la principal baza de la población más cercana para paralizar los efectos de la crisis en cuanto a paro, ya que se trata de canteras de empleo que están ahí año tras año, garantizando una seguridad laboral que en ocasiones no se ve recompensada por el apoyo institucional al sector.

Finalizada la campaña 2010, Vicasol ha mantenido un retén de trabajadores para atender a los clientes cuyas necesidades de producto se prolongan durante los doce meses del año. En la próxima campaña las contrataciones de personal volverán a superar los 1.000 operarios, personas a las que no se las mira por sexo o edad, sino por su capacidad de involucración con la marca y responsabilidad personal para con la delicada actividad que desarrollan dentro de la cadena de valor de la seguridad alimentaria.