El mes de noviembre ha traído consigo una pequeña moderación del diferencial de precios entre el campo y la mesa. Aún así, ésta sigue siendo demasiado elevada, especialmente en productos como la berenjena, que se le pagó al agricultor a una media de 0,26 euros por cada kilogramo y los consumidores la pagaron en destino, también de media, a 1,57 euros por kilogramo.

Esta situación está mucho más controlada desde el mes de mayo de 2008, fecha en la que la organización agraria Coag, la Unión de Consumidores de España-UCE y la Confederación Española de organizaciones de amas de casa, consumidores y usuarios (Ceaccu) pusieron en marcha el Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos, más conocido por sus siglas Ipod.

Además de la berenjena, que costó 6,08 veces más entre el campo y los lineales de los supermercados, otros productos que presentaron unos diferenciales exacerbados fueron la lechuga, el pimiento verde, los tomates de ensalada y el pimiento rojo.

Así, el diferencial de la lechuga, que se pagó en origen a una media de 0,17 euros la unidad y en destino a 0,91, fue del 435 por ciento. Algo menos elevado fue el del pimiento verde (320 por ciento), cuyo precio se multiplicó por 4,2 del invernadero a la casa. Algo más moderados fueron los diferenciales porcentuales origen-destino que se registraron en noviembre en tomates de ensalada (245 por ciento) y en pimiento rojo (228 por ciento).

Según ha explicado el secretario provincial de Coag-Almería, Andrés Góngora, un diferencial que se puede calificar como «aceptable tiene que ser inferior al 200 por ciento». Ese lo han cumplido sólo tres hortalizas. Se trata concretamente, del calabacín, las judías verdes y el pepino.

El calabacín se pagó a un precio justo a los agricultores, una media de 0,61 euros por kilogramo, mientras que los consumidores pagaron en torno a 1,51 euros, un 149 por ciento más. Más bajos aún fueron los diferenciales que registraron las judías verdes (146 por ciento) y pepino (113).

¿Nuevos hábitos?

El máximo responsable de Coag en la provincia ha asegurado que «últimamente las cadenas suelen mantener más o menos inalterados los precios. Ello conlleva que los diferenciales entre origen y destino son mayores cuando bajan los precios que perciben los agricultores».

Esta actuación podría responder, como ha hipotizado Góngora, «a que están intentando cambiar los hábitos de consumo de los clientes. A ellos les conviene más que se adquiera un bote de tomate frito o uno de judías verdes, que esa fruta y esa hortaliza fresca».

AndrésGóngora ha asegurado que «recientemente vi una oferta en un establecimiento en el que por la compra de dos kilogramos de naranjas te obsequiaban con dos cartones de zumo. Quieren cambiar nuestros hábitos de consumo».


RAFA VILLEGAS