Los buenos resultados hicieron el resto y han pasado en tan solo una campaña de contar con cinco hectáreas a las cien que tienen en la actualidad.

Con mucha planificación, los socios se reúnen con los productores antes de que empiece la campaña y cierran el trato sobre la superficie y productos que deben cultivar para satisfacer los acuerdos. De momento tienen ya tratos comerciales cerrados directamente con supermercados de Finlandia, Noruega, Holanda o Francia. Además están a la espera de exportar también a un supermercado austriaco. Los miembros de Frutcasa se limitan a la producción entre los meses de octubre y mayo de berenjena, calabacín, de todos los colores de pimiento California, tomate en rama, así como del pimiento Palermo, que es un tipo italiano rojo dulzón.

Además de calidad, Frutcasa les exige a sus 40 agricultores que envasen sus hortalizas según su calibre y las lleven a sus instalaciones normalizadas y pesadas. De ahí, como ha explicado el gerente, Juan Castellano, «se pesa, fleja y pasa a la cámara frigorífica para que el producto tome la temperatura necesaria para salir a su destino al día siguiente». El hecho de que se envase el producto en el propio invernadero evita el vaciado de las cajas que se produce en las cooperativas y su paso por las líneas que puede, levemente, perjudicar al producto.

El viernes pasado, la empresa logró dos cosas que son fundamentales. Por un lado, le concedieron la certificación de calidad Global Gap, indispensable para poder trabajar con muchos supermercados europeos y, por otro, se trasladaron a sus nuevas instalaciones. Éstas, como ha comentado Castellano, «se encuentran ubicadas en la Ciudad del Transporte de La Mojonera. Se trata de 750 metros cuadrados, la mayoría para la cámara frigorífica, donde también tenemos las cajas de cartón vacías que se llevan los agricultores conforme nos las van trayendo llenas. Dos chicos se encargan de realizar las labores de descarga en los dos muelles existentes, mientras que mi socio y yo realizamos, en una oficina que hemos instalado en el almacén, las labores comerciales y tenemos también un Departamento Técnico y otro de Logística».

En cuanto a las cotizaciones de las hortalizas, una de las agricultoras que forma parte del proyecto, Lucía Pérez, ha explicado cómo «una hectárea la he plantado de calabacín y otra de pimiento Palermo. Con el primero he llegado al acuerdo de que me lo pagan al primer corte de la alhóndiga que yo elija toda la campaña, mientras que en el caso de Palermo ya tengo un precio fijo cerrado para todo el año». Con respecto a esta segunda opción, Castellano ha asegurado que se encuentra el «60 por ciento de nuestra producción total». Y es que con menos intermediarios, prácticamente del campo al supermercado, salen ganando los productores.

Pérez está más que satisfecha con este sistema de comercialización. Asegura que «lo que no es justo es que las alhóndigas cobren un 12 por ciento por gastos de almacén más casi un céntimo por kilo descargado, por lo que ahora, sin ese gasto, dejo de perder un 20 por ciento de dinero, que no es poco».

En cuanto al cambio de envasar en caja de cartón directamente, Pérez ha explicado que «ya le he cogido el truco y no he necesitado contratar a más personal. El primer día tardé seis horas en pesar mil kilos, mientras que ahora tardo sólo 45 minutos. Lo que he hecho es acondicionar mi finca para que albergue diez palets y no se mojen».



RAFAEL VILLEGAS