Finalmente, y como cabía esperar, los eurodiputados han desoído a quienes nos oponíamos al acuerdo por desequilibrado y por los perjuicios que ocasionará a los sectores más importantes de la agricultura andaluza. En cambio, el Parlamento Europeo ha primado las relaciones políticas con el Magreb, el interés económico de determinados sectores industriales y de la agricultura continental, así como la inclinación favorable de determinados Estados miembro.

No ha servido de nada argumentar y defender la falta de reciprocidad que este acuerdo supone en las exigencias comerciales entre ambos países -en materia fitosanitaria, medioambiental y laboral-, debilitando la competitividad de las exportaciones españolas y poniendo en grave peligro la salud de los consumidores europeos.

Tampoco se han tenido en cuenta las desastrosas consecuencias para la actividad agraria en regiones, como la nuestra, con escasas alternativas de desarrollo económico y una elevadísima tasa de desempleo.

Por consiguiente, una vez aprobado este lesivo acuerdo para el sector agrario español y particularmente andaluz, FAECA exige contundencia en la aplicación de los mecanismos de control y las cláusulas de salvaguardia, de modo que, a partir de ahora, se vigilen eficazmente las cantidades y precios de entrada de todos los productos, y no como hasta ahora venía sucediendo.

Asimismo, FAECA urge, como contraprestación, herramientas para optimizar la competividad del sector agrario y de las empresas cooperativas, vía mejora de las estructuras de producción -a través de ayudas a la inversión- y, por otra parte, vía acceso a los mercados.