Pregunta.- En primer lugar, enhorabuena por su recién estrenado cargo. ¿Cómo afronta el reto?

Respuesta.- Gracias. Desde luego, para mí se trata de un reto y un orgullo. Antes de que me propusieran para el puesto, cuando se dio a conocer la nueva estructura del Gobierno y vi Agricultura, Pesca, Medio Ambiente y Ordenación del Territorio me dije: "menudo reto para quien tenga que ponerse al frente de esta súper-delegación". Cuando me comunicaron que habían pensado en mí, en un primer momento me sentí abrumado por la responsabilidad que iba a asumir, pero ahora, una vez que ya me he metido en harina, que he visto las competencias de las áreas que integran la Consejería y he conocido a las personas que trabajan en la Delegación, estoy ilusionado con la tarea porque, además, creo que ha sido un acierto de nuestro Gobierno unir en una sola Consejería la agricultura, el medio ambiente y la ordenación territorial, porque así, muchos asuntos que hasta ahora tenían que ser gestionados desde varias consejerías, ahora se pueden resolver desde una sola dirección.

P.- Justo una semana después de su nombramiento se tuvo que enfrentar a uno de los problemas más preocupantes para el sector, como es el tratamiento de los restos vegetales. Éste no es, por desgracia, un tema nuevo. ¿Para cuándo una solución definitiva? ¿Qué papel cree que puede jugar la Junta en la búsqueda de esa solución?

R.- Así es. Desde hace años, la eliminación de los restos de las cosechas de los invernaderos -en torno a 1,5 millones de toneladas por campaña- viene siendo un problema, ya que como cualquier otro residuo, debe ser gestionado sin que suponga un riesgo para el medio ambiente ni para la salud humana. De acuerdo con la normativa actual, tanto la andaluza como la legislación estatal y la europea, el que produce los residuos -el agricultor- debe encargarse de la gestión bien por sus medios, bien encargándoselo a una entidad autorizada o bien participar en un acuerdo voluntario de colaboración. Desde la Delegación, antes del último incendio y con más intensidad a partir de él, estamos manteniendo contactos con el sector y con representantes de empresas especializadas así como con representantes de ayuntamientos con el fin de ver si entre todos los que, de una u otra forma, estamos implicados con la limpieza del campo podemos ayudar a los agricultores a encontrar una solución y ser capaces de encontrar una solución que, además de evitar que cada año salga ardiendo una planta, consigamos convertir el problema en una oportunidad, porque de los desechos de las cosechas se puede sacar provecho, bien como abono para las plantas, bien como biocombustible o biogás. Por nuestra parte, estamos dispuestos a trabajar en la búsqueda de esta solución y, de hecho, así lo viene haciendo esta Consejería desde hace años, en encuentros con empresas interesadas en promover proyectos para la gestión y aprovechamiento de estos productos.

P.- Por otro lado, el balance de la última campaña agrícola arroja records en producción y facturación. ¿Qué valoración hace usted del ejercicio 2011-2012?

R.- No me gusta ni el catastrofismo ni el triunfalismo cuando se trata de hacer un balance, sobre todo porque los balances con datos estadísticos suelen ocultar realidades que nada tienen que ver con las conclusiones numéricas, casos de agricultores que han tenido unos malos resultados y que, desde luego, pueden sentirse mal. No obstante, a la vista del avance de los resultados globales, podemos decir que la 2011-2012 ha sido una buena campaña, en la que si bien los precios percibidos por los agricultores han sido similares a los del ejercicio anterior, gracias al récord de cosecha, se ha obtenido un valor del producto en origen importante -los agricultores, gracias al aumento de volumen, han conseguido más ingresos-, mientras que una vez comercializado dicho producto se ha conseguido también una cifra récord en facturación, con más de 2.300 millones de euros, un 13 % más que en la campaña anterior.

P.- ¿Cree que el sector agrícola provincial, en lo que a producción se refiere, ha tocado techo?

R.- Como he dicho, no me gustan los triunfalismos, que pueden hacernos caer en la complacencia y dormirnos en los laureles. Tenemos que seguir trabajando, porque estoy convencido de que nuestra horticultura tiene mucho futuro y, por tanto, no ha tocado techo. Producimos verduras y frutas que a pesar de embestidas como las que recibieron en 2011, gracias a su calidad y seguridad, han demostrado que tienen la confianza de los consumidores que, lejos de rechazarlas, han aumentado la demanda. Pero como he dicho, no podemos quedarnos aquí, en decir "¡qué guapos y qué buenos somos!". Aunque no lo creamos, tenemos que seguir avanzando en aspectos de calidad y de seguridad, porque los consumidores cada vez son más exigentes y porque la competencia también se mueve para ganar mercado, y por último, una de las claves, la productividad; 1 ó 2 kilos por metro cuadrado más de rendimiento nos pueden dar el beneficio o la pérdida en un determinado cultivo. En conclusión: tenemos que incrementar también la productividad de nuestros invernaderos para que nuestras explotaciones sean rentables.

P.- Entre los retos de futuro de la agricultura almeriense sigue encontrándose la concentración de la oferta. En las últimas semanas hemos visto algún que otro movimiento en este sentido: Hortofrutícola Costa de Almería se ha hecho con Cehorpa, por ejemplo. ¿Cree que éste es el camino a seguir? ¿Está el sector más cerca ahora de esa ansiada concentración de la oferta?

R.- Por supuesto. Llevamos muchos años hablando de la necesidad de tener un sector comercializador fuerte en Almería para poder defender el valor de nuestros productos en los mercados de destino y que se pague por nuestras frutas y verduras lo que verdaderamente valen. En estos años, el sector ha realizado operaciones tendentes a esa concentración o colaboración empresarial y hay que reconocerlo. Pero está claro que es insuficiente, porque mientras aquí damos pasos modestos e incluso siguen aflorando pequeñas empresas comercializadoras, la gran distribución se hace cada vez más fuerte. Por eso hay que saludar a las nuevas operaciones de concentración y de colaboración empresarial que parece que se están concretando y animar a las empresas a que sigan por ese camino, porque si nuestra horticultura quiere seguir siendo lo que es en los mercados, el comercio tendrá que ganar en dimensión.

P.- En una entrevista reciente, el consejero Luis Planas se mostró partidario de explorar todas las fórmulas posibles para concentrar la oferta. ¿Usted también cree que cualquier modelo que camine en este sentido es válido?

R.- Por supuesto. Para hacer frente al poderío de la distribución agroalimentaria, la única vía no tiene por qué ser el que unas empresas se integren en otras o que se unan. Hay otras fórmulas, como estamos viendo, como pueden ser los acuerdos de colaboración para fines concretos, sin que las empresas pierdan su identidad. Por ejemplo, para comercializar un producto de forma conjunta.

P.- Más allá de esa concentración, ¿cuáles considera que deben de ser otros de los retos que afronte el sector a corto y medio plazo?

R.- Creo que no me equivoco si digo que el problema más importante que tiene hoy por hoy el sector es el de la formación de precios y por tanto tenemos que solucionarlo cuanto antes, porque si el primer eslabón de la cadena -que es el más débil- no consigue que su actividad sea rentable, se romperá. Tenemos que hacer esfuerzos para conseguir una cadena agroalimentaria más equilibrada, en la que se reconozca y valore el papel y el trabajo del agricultor. La nueva PAC debe recoger medidas eficaces de gestión de mercado capaces de mejorar la renta de los productores y resolver la situación de bajos precios en origen. Nuestra horticultura es puntera y en unos tiempos difíciles como estos ha demostrado de lo que es capaz. Cultivamos unos productos de gran calidad, pero tenemos que hacer algún esfuerzo más para que esa calidad sea homogénea a lo largo de toda la campaña. Pero no podemos descuidarnos, porque tanto desde el Sur como desde el Norte, la competencia es cada vez más fuerte, y por eso, como he dicho antes, tenemos que mejorar también nuestra competitividad, en base a la productividad y los rendimientos de nuestros invernaderos. La innovación creo que es la mejor herramienta para lograrlo. Es vital apostar por la innovación, la investigación y el desarrollo tecnológicos como vías principales para la consolidación del liderazgo de nuestro modelo productivo. Desde la Consejería vamos a trabajar por la modernización del sector agroalimentario.

P.- Cuando la nueva campaña está a punto de comenzar, ¿qué expectativas tienen en su Delegación?

R.- Si tomamos como partida los resultados de la anterior campaña y según nuestros análisis, esperamos un aumento importante de superficie de tomate, disminución en pimiento y estabilización en otros cultivos. Independientemente de esto, nuestro sector es potente y maduro y año tras año, a pesar de las circunstancias adversas, defiende el producto en los mercados nacionales e internacionales.

P.- Recientemente, ECOHAL decidió integrarse en HORTYFRUTA, con lo cual, ya toda la comercialización está representada en la Interprofesional. En primer lugar, ¿qué valoración le merece esta integración? Y, en segundo lugar, ¿trabajará desde su Delegación para que HORTYFRUTA tenga, de una vez por todas, esas herramientas que reclama para, por ejemplo, poder tener margen de maniobra ante crisis de precios?

R.- Sobre la incorporación de las alhóndigas, me parece una decisión muy acertada, que reforzará el papel de la Interprofesional, que ahora representa más del 90% de la comercialización de frutas y hortalizas de Andalucía. Aunque HORTYFRUTA es un instrumento del sector, desde su origen -cuando se hablaba de la Mesa de la Comercialización allá por los años noventa del pasado siglo- la Consejería ha venido apoyando e impulsando incluso la constitución de la Interprofesional, ya que entendemos que debe desempeñar un papel fundamental para que el sector mejore su situación. Por eso, desde la Administración andaluza vamos a seguir apoyándola para que consiga tener más capacidad en la toma de decisiones, de manera que pueda defender mejor los intereses del sector mediante acciones orientadas a mejorar la calidad y la promoción de los productos, la concentración de la oferta o la gestión de crisis de precios. Porque, desgraciadamente, la Ley de la Competencia no ayuda a que los agricultores tomen determinadas medidas que serían necesarias para establecer estrategias en los mercados.

P.- Desde las organizaciones agrarias de la provincia no ven con buenos ojos que su Delegación haya asumido, además, las competencias de Medio Ambiente; creen que, dado el peso de la agricultura en Almería, ésta debería contar con un delegado entregado al 100% con el sector. ¿Qué le parecen estas consideraciones?

R.- Desde luego, quienes tengan dudas pueden estar seguros de que tanto yo, como delegado territorial, como todos y cada uno de los empleados públicos que trabajan en la Consejería nos vamos a entregar -nos estamos entregando- al cien por cien al sector agrario, como se ha venido haciendo hasta ahora, ya que el hecho de que se haya reducido el número de Consejerías y delegaciones no quiere decir que se haya reducido la capacidad y la dedicación. Pero es que, incluso, el hecho de que estén en una misma Consejería áreas como la ordenación del territorio y el medio ambiente -con las competencias del agua, entre otras- será beneficioso para los intereses del sector agrícola, ya que muchas de las decisiones que afectan a los agricultores tienen que ver con dichas áreas. Estoy convencido de que si hay algún agricultor que tenía dudas, cuando vea el funcionamiento de la nueva Consejería, comprobará que no hay motivo para ello.

P.- Almería no son sólo hortalizas y eso bien lo sabe usted. ¿Qué medidas cree necesarias para apoyar a otros sectores como el de la almendra, del que vive gran parte de la población del Norte de Almería, los cítricos o el olivar?

R.- Desde la Junta de Andalucía llevamos muchos años apoyando económicamente a los sectores productivos agrarios del interior de la provincia como el almendro, el olivar, los cítricos, el ganado ovino-caprino, la producción ecológica... El mejor ejemplo de este apoyo son las cifras anuales de ayudas y subvenciones para estos sectores, así como los resultados que están obteniendo en estos tiempos, y ello a pesar de problemas sectoriales coyunturales y a pesar de la crisis económico-financiera general. No obstante, no podemos negar que los tiempos son difíciles para casi todos los sectores productivos, y por este motivo, desde la Administración andaluza seguiremos ayudando a los agricultores y ganaderos tradicionales a incrementar la productividad de sus explotaciones, porque de su éxito depende en buena medida el desarrollo y, en algunos casos, la subsistencia de nuestras zonas rurales del interior que, en caso contrario, se verían abocadas a la desaparición por despoblamiento. Y por eso el empeño de la Junta, de la mano del Gobierno español y de los agentes económicos y sociales, en trabajar para que la futura Política Agrícola Común, la PAC, tenga en cuenta nuestros intereses. Porque el sector agrario andaluz se juega mucho: están en juego unos 1.600 millones de euros al año en ayudas directas, que es tanto como decir que está en juego un sector que es estratégico para Andalucía y Almería.

Isabel Fernández