Pregunta.- Cuando la campaña está a punto de terminar, ¿qué balance puede hacer de este ejercicio?
Respuesta.- Aunque todavía quedan datos por cerrar definitivamente, se puede decir que, tal y como estaba previsto, la campaña de frutas y hortalizas concluirá con un incremento de la superficie cultivada de en torno a un 3,5%, con un aumento de la producción que podría llegar incluso a un 10%, con alrededor de 3,4 millones de toneladas. Sin embargo, el precio que han obtenido los agricultores por estos productos ha sido sensiblemente inferior al de la campaña anterior. En cuanto a las exportaciones, a falta de conocer los datos de mayo y junio, se confirma la tendencia de años anteriores.

P.- En muchas ocasiones a lo largo de esta campaña, los agricultores han lamentado los bajos precios a los que se estaban vendiendo sus productos. Desde el punto de vista del precio pagado al agricultor, ¿se podría decir que éste ha sido un mal año?
R.- Es evidente que ha sido un año peor que el anterior, ya que los precios que ha obtenido por sus productos han sido más bajos de lo habitual durante varios meses de la campaña. Lo único que puede compensar a un determinado porcentaje de agricultores es el aumento de las producciones. Es decir, que, gracias al aumento del volumen, han podido incrementar los ingresos y, en muchos casos, salvar la campaña.

P.- ¿Se podría hablar de una nueva pérdida de rentabilidad?
R.- Este año podemos hablar de pérdida de rentabilidad en numerosas explotaciones de invernaderos de la provincia. En otras campañas, esta pérdida ha sido más moderada, pero, en ésta, los márgenes se han estrechado bastante y, en algunos casos y en determinadas épocas de la campaña, el agricultor no ha obtenido los ingresos necesarios para cubrir gastos. Pero como siempre decimos, la situación de las explotaciones es muy variable, y en esta campaña, mientras unas explotaciones pueden haber superado, incluso, su rentabilidad -las más productivas-, otras, en cambio, han pasado serias dificultades -generalmente son los invernaderos más antiguos-.

P.- Según las últimas informaciones, todo apunta a que, la próxima campaña, habrá en torno a 400 hectáreas más de cultivos invernados. ¿Se pueden confirmar ya estas estimaciones? ¿Cómo es posible que se hable de falta de rentabilidad y, sin embargo, la superficie invernada siga creciendo?
R.- En la Delegación no disponemos aún de datos definitivos, pero a la vista de la información que manejamos, es posible que sí, que el aumento de la superficie invernada esté en torno a esa cifra, lo que supondrá más producción, con toda seguridad, para el año que viene. Y esto podría ser un problema añadido para la campaña que viene si el sector no es capaz de ampliar mercados para colocar esta producción. En cuanto a la apuesta por este modelo de agricultura, en mi opinión, la causa es la gran diferencia entre las características de los agricultores, ya que unos tienen capacidad financiera y económica para mejorar sus instalaciones, mientras otro grupo importante de agricultores va siempre al límite de la rentabilidad. Por eso, al analizar el resultado de una campaña, no se puede hacer o todo blanco o todo negro, sino que hay una escala de grises que define las múltiples situaciones de las explotaciones de la provincia.

P.- ¿Se podría decir que ha cambiado el perfil del empresario agrícola? Es decir, ¿quien invierte en la agricultura sigue siendo un agricultor, a título individual, o hay grandes empresas detrás?
R.- Es posible que, las nuevas inversiones en los invernaderos, una parte importante de las personas que las están promoviendo tengan un perfil diferente al del empresario agrícola familiar, es decir, empresas de otros sectores distintos al agrícola, que han visto en la horticultura una oportunidad de negocio. Por supuesto, desde la Delegación de Agricultura consideramos que la agricultura familiar ha sido, es y debe seguir siendo la base de nuestro modelo.


Isabel Fernández