Recuerdo cuando fue declarado el acuífero del Poniente almeriense sobreexplotado en 1977 y todos los agricultores se echaban las manos a la cabeza. Demasiado ha aguantado. Cuarenta años después empezamos a notar cierta escasez que viene a coincidir con el momento de mayor expansión de los cultivos bajo plástico en la provincia de Almería. La polémica suscitada durante el mes de julio con el agua de los regantes de Cuatro Vegas, que ha dado pie a COEXPHAL a intervenir en otro follón de los grandes, no para aclarar, sino para entorpecer cualquier solución posible en aras de una enemistad manifiesta entre Colomina Figueredo y José Antonio Pérez, este último presidente de la mencionada comunidad de regantes, es solo la punta del iceberg que amenaza con hundir el barco de la agricultura. Que estos regantes de la zona de la Cañada y de Viator rieguen con agua más o menos saludable es solo un dato, por supuesto a corregir, de otros muchos que afectan al sector.

 

No es fácil cambiar el agua habitual por la de la desaladora, esta última tieneunos costes desproporcionados, difíciles de asumir por un agricultor con los precios hortícolas actuales. Ahora es un grupo importante de regantes, pero reducido en comparación con la totalidad de la agricultura de la provincia, pero pueden que sean más en el futuro. El cambio climático está acentuando los problemas de sequía, la agricultura sostenible teniendo en cuenta el líquido elemento es aún una cuenta pendiente. Los pantanos no tienen agua, en el subsuelo la intrusión marina no cesa restando calidad al agua de riego y poniendo en riesgo los pozos de abastecimiento humano. El asunto es turbio, duro y complicado. No es un problema para los regantes, es un problema para toda la provincia de Almería que tiene la mayoría de los huevos en el cesto de la agricultura. Si los productores no producen Almería no vive, así de claro y de rotundo. Lo que no termino de entender es qué sentido tiene aquella maniobra de Zapatero cargándose el Plan Hidrológico Nacional que diseñó en su día el Partido Popular para arreglar problemas como el que ahora afrontamos en el sureste español, tanto Almería como Murcia. Posiblemente sea una de las peores decisiones políticas de este país, porque más allá de calmar a algunos manifestantes que quería mantener el agua intacta, no sirvió de nada tal decisión. Cada año en tiempo de lluvias el Ebro inunda pobla-ciones a su paso y en tiempo de sequía Murcia y Almería sufre restricciones mientras el agua sigue llegando plácidamente al mar.

 

Por último me queda recordar que el problema de la falta de agua trae un pan debajo del brazo, pero a diferencia del que suelen traer los recién nacidos, en ese caso ese pan es una bomba explosiva. Me refiero a los fondos operativos: aquellos agricultores que no puedan certificar legalmente la posesión de agua de riego no podrán recibir fondos operativos de la Unión Europea para la modernización de las fincas. Dicho esto, aclaro que algunas empresas que hacen de los fondos una estrategia de supervivencia, ahora con la falta de agua pueden verse en un callejón sin salida. Sin agua no hay producción y tampoco fondos operativos. No me extraña que algunos estén más que nerviosos, asustados. ¡En fin! Dios quiera que este asunto se arregle pronto por el bien de todos. La falta de agua no beneficia a nadie, por mucho que algún resentido quiera usarla en su favor. Cualquier triunfo que no lleve acarreado conseguir agua para los agricultores es una derrota.