Tras él, y después del espejismo de las últimas campañas, se sitúa el tomate, con 6.380 hectáreas, 1.270 menos que en el año agrícola 2016/2017. Pese al ‘boom' de su superficie con control biológico en el ejercicio 2012/2013, cuando duplicó su número de hectáreas bajo estos métodos con respecto a un año antes, lo cierto es que, tras ‘tocar techo' hace tres años con 9.160 hectáreas, desde entonces, no ha hecho más que perder superficie a la misma velocidad que los agricultores comenzaban a tener dificultades. La alta incidencia de virosis en las últimas campañas ha provocado, en algunos casos, el retorno al cultivo convencional.

Retroceso
Este fuerte descenso de la superficie de tomate con control biológico ha arrastrado los datos generales de la provincia y, de hecho, según las cifras que maneja la Administración autonómica, este año se cultivarán en Almería 24.400 hectáreas, un 5,1% menos que un año antes; con este nuevo descenso, son ya tres las campañas consecutivas en las que la lucha integrada pierde espacio en los invernaderos locales.

En este dato negativo también ha influido el retroceso en la superficie de melón y sandía, dos cultivos en los que, desde el inicio, el control biológico no ‘cuajó'. Tanto es así que, si bien es cierto que la sandía se prevé que pierda el 22,1% de su superficie hasta las 1.090 hectáreas, la de melón caerá casi el 70%, pasando de 1.800 a tan solo 550 hectáreas.

Por último, calabacín, judía, berenjena y pepino sigue creciendo con paso firme; en el caso del último, un 11,3%, hasta rozar las 3.000 hectáreas.

Isabel Fernández