Semillas Fitó lleva más de 140 años especializada en el desarrollo de variedades de siete especies hortícolas y destina el 29% de su facturación anual a I+D+i (unos 16 millones de euros). Como consecuencia de esta clara apuesta por la innovación, la empresa ha ampliado sus instalaciones en Cabrera del Mar (Barcelona) y ha mostrado sus avances a un grupo de periodistas especializados en agricultura.

Durante la visita, FHALMERÍA pudo conocer los fitotrones que permitirán a la obtentora, por un lado, desarrollar bioensayos con patógenos vegetales, y, por otro lado, acelerar la producción de plantas, mejorando su calidad y aumentando el número de flores.

Cámaras climáticas

En concreto, el área de fitopatología cuenta con cuatro fitotrones que, según explicó José Luis Couselo, Plant Science and Pathology Manager de Semillas Fitó, “nos permite trabajar con patógenos cuando es necesario y estudiar las resistencias de nuestras variedades. Se trata de espacios para hacer bioensayos, no para producir plantas; con el fin de que lo que salga de aquí tenga valor informativo en el desarrollo de nuestras semillas”.

En el caso del área de biología celular, se han incorporado tres fitotrones, es decir, tres cámaras climáticas que permiten el crecimiento de plantas donantes, a las que se suma una nueva cámara de germinación y aclimatación. “Estos fitotrones nos permiten dar con variedades sin problemas de condiciones ambientales, mejoran la cantidad de la planta y aumentan la producción de flores”, dijo José Luis Couselo. A este respecto, Jordi Quilis, director de Biotech, apostilló que, en un proceso tradicional, estas plantas donantes se ubican en invernadero, en fechas determinadas y ni siquiera están en las mejores condiciones porque dependen de la climatología o las plagas. “Sin embargo, en los fitotrones ese control es mucho más exhaustivo lo que da lugar a mayor número de flores. Tenemos plantas en cualquier momento del año, con unas condiciones perfectas, con un ritmo de crecimiento más alto y con mayor calidad, con flores que nos darán todo el material con el que se trabaja en el laboratorio de biotecnología”, afirmó Quilis.

No en vano, el cultivo en cámaras climáticas permite controlar condiciones como temperatura, humedad, CO2, fotoperíodo, intensidad y composición espectral de la luz (suministradas por la última generación de luminarias tipo LED), además de garantizar que las plantas estén libres de virus y patógenos. En definitiva, esta apuesta tecnológica de Fitó ofrece la máxima eficacia y producción de plantas doble haploides, que permitirán posteriormente desarrollar los híbridos comerciales.

Estos nuevos espacios se suman a las inversiones de más de un millón de euros que ha hecho la compañía en los últimos dos años en su principal centro de I+D para ampliar las instalaciones e incorporar la última tecnología en las áreas de Genómica, Biología Celular y Fitopatología.

Durante la visita al laboratorio de genómica, Jordi Quilis explicó como allí el trabajo se centra en determinar los marcadores moleculares “que nos advierten cómo va a ser esa planta cuando crezca, lo que nos permite llevar al invernadero solo aquellas plantas que tienen un potencial suficiente para generar híbridos competentes en el mercado”. De esta selección, solo un 10% llegará finalmente al campo. “En el laboratorio de genética se analizan marcadores, no solo para lograr variedades con más resistencia, sino también otros que hablen del color del fruto, la cantidad de azúcar o ácidos, los meridianos o forma del fruto… En realidad tenemos centenares de marcadores para cada especie. Además, hay miles de marcadores que nos sirven para acelerar procesos y lo que antes tardábamos en hacer entre seis u ocho años, ahora lo hemos reducido prácticamente a la mitad”, añadió Quilis.

Acelerando procesos

Y es que hace 15 años, la tecnología permitía hacer unos 1.500 análisis por día, mientras que ahora se alcanzan los 220.000 análisis a unas 15.000 plantas en cada jornada. “Calculamos un millón de plantas analizadas cada año con unos 20 millones de análisis en ese mismo periodo; eso también ha permitido reducir los costes hasta 30 veces”, dijo el director de Biotecnología de la obtentora. Más aún, el avance tecnológico permitirá a Semillas Fitó que, en unos tres años, se tripliquen estas cifras de análisis lo que posibilitará el ser más precisos en la obtención de nuevas variedades que deben hacer frente a dos grandes retos del sector: resistencias a patologías y adaptación a las nuevas circunstancias del cambio climático.

En este sentido, destaca el impulso a la investigación contra el virus rugoso del tomate (ToBRFV) e incluso de otras patologías que puedan llegar; a medio y largo plazo, “no dejamos de pensar en obtener variedades que se adapten mejor a tiempos de sequía, suelos cansados o altas temperaturas”, dijo Jordi Quilis.

Por otro lado, José Luis Couselo, Plant Science and Pathology Manager, ahondó durante el recorrido por el laboratorio de biología celular en la principal dedicación de estas instalaciones: la producción de líneas doble haploides, herramienta para la mejora de nuevas variedades. “En muy poco tiempo podemos fijar una combinación genética que es 100% homocigótica, lo cual es muy útil porque permite fijar una característica concreta como el color, sabor o resistencias, por ejemplo. De esta forma, las plantas de las que se generan esas semillas son puras y con los años no se pierden estas características deseadas”, indicó ante los periodistas especializados. En ese laboratorio se trabajan cultivos de pimiento, berenjena, melón, sandía y pepino con el objetivo de buscar líneas puras que permitan acelerar el desarrollo de los híbridos. De esta forma, se logran unas 7.000 líneas puras cada año.

En definitiva, la ampliación del principal centro de I+D de Semillas Fitó ha permitido lograr este proceso de selección en unos 18 meses, frente a un periodo de 4 a 6 años. Al respecto, Elisabet Fitó, directora de Corporate Affairs, resaltó la forma única de trabajo de este centro de investigación y señaló que cuentan con nueve centros de I+D repartidos por la geografía mundial para esta unidad de negocio. No en vano, hasta el 36% de la plantilla desarrolla labores de investigación con el fin último de dar respuesta a retos globales y, a través de la semilla, ofrecer al mundo una alimentación más saludable y sostenible.

Un invernadero de alta tecnología

Entre las apuestas tecnológicas de Semillas Fitó, está su invernadero Hi-Tech ubicado en Sant Andreu de Llavaneres, cuya visita fue conducida por Clara Saladrigues, Farm Manager, y Francisco Fernández, Global Operation Manager.

Se trata de un invernadero multitúnel de 5.000 metros cuadrados con ventana mariposa donde todos los mecanismos están automatizados: calefacción, riego, pantalla de sombreo, fog system para controlar la humedad relativa, inyección de CO2, apoyo lumínico… Se construyó con la finalidad de producir durante todo el año simulando las condiciones climatológicas necesarias tanto en cucurbitáceas como solanáceas y, de hecho, más del 60 por ciento se dedica a producción de semillas, mientras que el resto a investigación.

El control de cientos de parámetros, a través del sistema informático por el que se rige este invernadero tecnológico, ha puesto en el punto de mira la importancia del manejo de datos para optimizar los cultivos. Esto también permite a Semillas Fitó conocer en qué circunstancias cada hortaliza, o más aún, cada variedad se comporta mejor y, por tanto, tener las claves para mejorar los manejos de los cultivos.

Almudena Fernández