La cuestión marroquí preocupa mucho al sector agrario español. La situación actual sitúa a los productores almerienses en la posición más débil posible de cuantas se pudieran dar. Por un lado el acuerdo pesquero de Marruecos con la Unión Europea está caducado; por otro lado España está sin gobierno y la presidencia de la Unión Europea está en manos de un presidente que se encuentra en funciones y ahora mismo de vacaciones sin saber si va a poder continuar gobernando o va a tener que convocar unas nuevas elecciones. Mientras tanto, Marruecos, hábil negociador usando viejas presiones relacionadas con la inmigración ilegal, está dejando salir a miles de inmigrantes en situación precaria que llegan a montones en pateras a las costas almerienses.

La debilidad de Pedro Sánchez tras las elecciones generales del 23 de julio no hace augurar nada bueno para el campo almeriense en su defensa de la competencia desleal de países terceros.

Por otra parte, Marruecos no para de incrementar los volúmenes que colocan en los mercados europeos de sandía, judía, calabacín y melón, fundamentalmente. Todo esto unido a que el cambio climático está reduciendo producciones en España, gran suministrador europeo de frutas y verduras, hacen del país norteafricano un aliado rechazado pero imprescindible para asegurar en los supermercados frutas y hortalizas en los lineales de venta.

¿Cuál puede ser el panorama de los próximos meses? Por un lado podemos esperar una tensa calma mientras se ponen de acuerdo para reeditar el tratado Euro-Marroquí de pesca en el que se pongan sobre la mesa cupos de exportación de hortalizas a Europa que no benefician para nada a la agricultura almeriense. Todo ello a la vez que el país alauita deja salir desde sus playas miles de magrebíes y subsaharianos con destino a España.

Todo lo explicado hasta el momento es lo mejor de una situación que se puede tornar aún peor si entra en liza cuestiones más turbias y peligrosas como la soberanía de Ceuta y Melilla o la anexión del Sahara como pretende Mohamed VI. Si eso es así, la lucha contra la producción agrícola del Reino Alauita se torna casi imposible y los sacrificados de cualquier acuerdo son los agricultores almerienses que van a quedar seriamente señalados.

Así las cosas, hay que tener en cuenta que las soluciones políticas negociadas entre distintos partidos de diferente signo o países de intereses enfrentados son muy lentas y caminan muy despacio hacia los acuerdos necesarios. No obstante, en España tenemos un problema añadido y no es otro que hay muchos acuerdos anteriores que hay que solucionar, el principal es nada más y nada menos que la composición de un nuevo gobierno que ordene para dónde vamos después de las elecciones y no resulta fácil que salga en cualquier momento la resolución de tal atranque político.

José Antonio Gutiérrez