El cultivo de la sandía tiene unas características muy propias que generan nervios y tensión tanto a los productores como a los comercializadores. Su recolección se hace en grandes volúmenes, de una sola vez o como mucho en dos ocasiones, si no se deja la plantación para rebrote, en tal caso hay un corte adicional más.  Los precios son semanales y casi siempre desde que se inicia la temporada de recolección van a la baja, en muy contadas ocasiones se han producido subidas de cotización repentinas. Es por ello que los productores siempre tienen prisa por recolectar si los precios son rentables, dejar el corte para la semana siguiente siempre conlleva una caída del precio que puede resultar dramático. A nadie le gusta perder 40.000 o 50.000 euros en apenas tres días (es un ejemplo, pero suele ocurrir). Todo esto genera tensión y las presiones por uno y otro lado, puntualmente, llegan al insulto.

Las prisas por recolectar disparan la insensatez de algunos y de ahí que la Junta de Andalucía ponga en marcha todos los años controles para regular el estado de cómo se están cortando las sandías en el campo. El color rosa de la pulpa de esta fruta no significa que esté madura y a veces partidas con este color han sido declaradas no aptas para la comercialización. Algunos especuladores en su afán por aprovechar el precio inicial que casi siempre suele ser bueno adelantan el corte y envían al consumidor final muchas piezas que no tienen el grado de maduración necesario perjudicando el resto de la campaña porque tanto el supermercado como el consumidor final tienen dudas de que la fruta que recibe del campo tengan las condiciones de calidad y sabor óptimas para el cliente final.

Así mismo, las acusaciones son cruzadas por parte de agricultores, compradores, cortadores y prácticamente todos los que intervienen en este negocio. Hay mucho dinero en juego y todos intentan evitar el “zarpazo” de perder grandes cantidades de dinero en apenas horas.

Por otra parte, la tensión de la cosecha de sandía también está presente en su arranque porque el beneficio de cortar el primero o “temprano” se está perdiendo a causa de las importaciones de sandías procedentes de África o Sudamérica. En estos momentos si vamos a cualquier supermercado vemos cómo hay puestas a la venta sandía procedente de otros lugares en los que se cultiva antes que en Almería. Este hecho genera mucha tensión entre los sindicatos agrarios y las grandes superficies comerciales. Esta tensa relación se termina rebajando gracias a que algunos de los mencionados supermercados han establecido el compromiso de atender las ofertas de sandias locales o españolas antes de mantener las compras en el extranjero.

Además de todos estos datos que generan presión en el sector, hay que añadir otros relacionados con el clima. Si las temperaturas son altas y acompañan, consumir sandía apetece y el precio es alto. Si hace frío ocurre lo contrario y no hay demanda decayendo su cotización.

Por otra parte, también influyen los virus que atacan a esta cosecha. Una fruta infectada puede arruinar una relación comercial y la rentabilidad al agricultor. No todas las sandías demuestran su estado viral por lo que también hay discusiones relacionadas con tal aspecto.

En definitiva, con la nueva cosecha la tensión en el campo está asegurada por las peculiares características de esta complicada cosecha de primavera.

A ver qué tal se da la de este año.

José Antonio Gutiérrez