La etapa de maduración de frutos es clave para otorgar cualidades organolépticas adecuadas a la producción y que determinan el rendimiento económico del cultivo. En los frutos, los azúcares aportan dulzura, que es el parámetro más importante que determina la calidad. La relación entre el contenido de azúcar, medido como el contenido de sólidos solubles (grados Brix) y el rendimiento de los frutos es a menudo inversamente proporcional. Los azúcares son importantes también en la generación de presión de turgencia para promover la expansión de las células del fruto y como moléculas de señal para controlar el desarrollo y el metabolismo del fruto, aunque muchas veces se tiende a olvidar estas funciones adicionales. Por lo tanto, los azúcares están estrechamente relacionados con el rendimiento y la calidad de la fruta, desempeñando un papel fundamental en el cuajado, el crecimiento, la maduración y la composición de la fruta.

En el caso del tomate, el tamaño y el rendimiento del fruto disminuyen de forma general a medida que aumenta el contenido de azúcar del fruto en plantas cultivadas en condiciones de estrés por salinidad. En los casos en los que no existe una compensación entre el contenido de azúcar de la fruta y el rendimiento, el aumento del contenido de azúcar de la fruta va acompañado, probablemente, de un aumento de la fotosíntesis, una disminución de la respiración o una mayor distribución de azúcar a la fruta.

En este sentido, el departamento de I+D+i de Vellsam Materias Bioactivas ha formulado un nuevo bioestimulante utilizando compuestos naturales que la propia planta sintetiza en la fase de formación y maduración del fruto, otorgando a la planta mayor capacidad para potenciar las características organolépticas de los frutos cosechados. Se trata de Brixtoner Vital, que potencia la acumulación de azúcares a través de un aumento en la fotosíntesis y una disminución de la respiración, favoreciendo una mayor distribución de azúcar en el fruto.

Con este nuevo producto, Brixtoner Vital, ensayos realizados en cultivos de tomate Angelle han arrojado un aumento de hasta un 20% en los grados Brix, una mejora en la firmeza de los frutos, alargando por lo tanto la vida poscosecha, así como un incremento en el peso de los frutos cosechados.