La agricultura almeriense implanta los nuevos estándares y sistemas de calidad para mejorar su oferta hortofrutícola

Las certificaciones de calidad han adquirido en la actualidad un papel muy importante sobre todo en el sector agrícola y en la industria de alimentos. La horticultura de Almería, una de las primeras potencias a nivel europeo en la producción de frutas y hortalizas, está concienciada y preocupada por cumplir todos los procesos de certificación y Buenas Prácticas Agrícolas para ganarse la confianza de los consumidores. De esta forma, los desafíos más importantes para la agricultura están en la necesidad de adecuarse a los nuevos estándares de calidad e inocuidad que implican todo un cambio cultural en el interior de las empresas, como por ejemplo llevar registros de información que antes no se conservaban, lo que en un comienzo puede parecer complejo, pero que en definitiva simplifica el proceso de gestión. Además, las exportadoras tienen que lograr que todos sus productos estén bajo Buenas Prácticas Agrícolas, otro aspecto importante es la capacitación de los trabajadores pues de ellos dependen en gran medida que las actividades se realicen según los requerimientos establecidos. En un mundo globalizado, es imprescindible para la agricultura y la industria de alimentos adaptarse a las exigencias de los mercados y los consumidores. Pero no se trata tan sólo de cumplir las normas estipuladas por las autoridades sanitarias de cada país, sino de hacer suyos los objetivos que el consumidor final busca en un producto. Actualmente existe una proliferación de certificación y normas de calidad relacionadas con la agricultura, como las normas ISO de AENOR para España, el protocolo BRC en el Reino Unido, Eurep Gap a nivel europeo, el estándar alemán IFS, entre otros. Ante esta situación, lo que se está planteando en la actualidad es certificar las normas de manera integrada, en orden a facilitar su implementación. Como ventajas a trabajar con dichas disposiciones integradas están la obtención de una mayor rentabilidad, reducción de los costos por no conformidades de productos o procesos, un manejo de la información más fiable, gestión preventiva, cumplimiento de instrucciones en forma ordenada y consistente, mayor confianza de los clientes y mejora continua. Los costos de implementar un programa varían de acuerdo a lo que solicite el cliente, que puede ir desde una visita para realizar una evaluación hasta un trabajo completo para poner en marcha el o los protocolos requeridos.

Del mismo modo, las normas cada vez son más sofisticadas, incluso abarcan condiciones medioambientales de bienestar de los trabajadores, obligan a la industria productora y exportadora de alimentos a ceñirse a estándares de calidad, inocuidad y seguridad reconocidos internacionalmente. Actualmente las certificaciones en la industria de los alimentos apuntan a tres aspectos principalmente como son la legalidad, inocuidad y calidad del producto. Así, existen dos tipos de certificaciones de calidad de productos en la industria alimentaria, una enfocada a los productos y otra orientada a los sistemas de aseguramiento de calidad. En cuanto a los productos lo que se hace es efectuar una inspección de una partida, tomando muestras para realizar los análisis solicitados, según el producto de que se trate, el destino hasta donde va y la petición del cliente. Los aspectos certificables incluyen análisis microbiológicos, calibre, color, ausencia de efectos o daños. Las certificaciones que más se han incrementado en los últimos años son las referentes a sistemas o programas de calidad e inocuidad. El primero de éstos fue el HACCP, Análisis de Riesgos y Control de Puntos Críticos que cubre el procesamiento de alimentos en una planta o parking. Es un sistema preventivo que permite identificar, evaluar y controlar eventuales peligros significativos para la inocuidad de los productos alimenticios. Asegurar esta inocuidad implica necesariamente que sea desde el campo. En este apartado se enmarcan las Buenas Prácticas Agrícolas (BMP) respectos a las cuales se encuentran las normas internacionales como Eurep Gap en Europa que reúne a las cadenas de hipermercados más importantes de este continente. Además, Eurep Gap es una regulación estricta y amplia que incluye temas relacionados con el uso de productos agroquímicos, con salud y seguridad ocupacional y algunos vinculados con medio ambiente. En EEUU esta guía se reduce a aspectos de manipulación e higiene. Otro protocolo que también se está implantando en Almería es BRC (British Retail Consortium) instaurado por las cadenas de supermercados de Reino Unido para productos de marca propia. Éste es una combinación de BMP, HACCP y algunos conceptos de ISO 9000. Dentro de esta proliferación de normas y reglas a nivel internacional, existen otras como la Global Food Safety Iniciative (GFSI), una propuesta mundial de seguridad alimentaria generada por las cadenas de distribución, el Internacional Food Standard (IFS), en Alemania también de las cadenas de distribución, el estándar del Servicios Europeo de Inspección de Seguridad Alimentaria (EFIS Standard) y el programa SQF 2000, del Servicio de Garantía de Inspección de Australia. M. Belén Garre ir a calidad y seguridad alimentaria