"Las prácticas de manejo del suelo deben adaptarse a las condiciones concretas de cada zona agraria"

El suelo como recurso en la actividad humana está sujeto a diversas intervenciones y una de ellas es la agricultura. La degradación del suelo en los agrosistemas, afecta a un tercio de la superficie agraria útil del planeta. “La rehabilitación del suelo incluye necesariamente la recuperación de la materia orgánica, que es la que proporciona sus características al medio edáfico. Sin embargo, la gran variabilidad de escenarios hace que las prácticas de manejo recomendadas no tengan un carácter general y deban adaptarse a las condiciones concretas, determinadas por los factores ecológicos, sociales y económicos de cada zona”, explicó el profesor Avelino García Álvarez del departamento de Agroecología del Centro de Ciencias Medioambientales, del CSIC de Madrid, en su conferencia ‘Materia orgánica, biodiversidad y manejo ecológico del suelo’ durante la segunda jornada del curso sobre agroecología que se está desarrollando en Aguadulce. Del mismo modo, García Álvarez expuso que el manejo ecológico del suelo tiene sus fundamentos en la ecología y en otras disciplinas científicas, pero también en el conocimiento empírico adquirido durante los siglos de prácticas agrarias. Como estrategia global plantea cambios radicales de las prácticas en uso de la agricultura actual que repercuten desfavorablemente en la sustentabilidad de recursos esenciales para la humanidad. Además, el profesor García Álvarez apuntó que la biodiversidad es una consecuencia de la materia orgánica y causa de la fertilidad de los suelos. No obstante la recuperación de la biodiversidad en los suelos degradados es un fenómeno muy lento a escala humana, por lo que debe ser inducido convenientemente.

Con la intervención del hombre en el suelo se producen una serie de repercusiones como la reducción de la biodiversidad estructural aérea y edáfica, disminución de la biomasa, así como, una alteración significativa de los mecanismos funcionales que regulan los ciclos bioquímicos y un incremento potencial de la inestabilidad que conduce a una degradación y regresión del suelo. Aunque con la intervención humana siempre se genera pérdida de materia orgánica siempre va a haber pérdida de ésta en un agrosistema porque la transformación de la materia está influenciada por el clima, el suelo, otros factores ambientales, la práctica de manejo, la aplicación de agroquímicos, la fertilización y otras prácticas. Los procesos de degradación del suelo asociados al descenso de la materia orgánica son la destrucción de la estructura del suelo, el incremento de los riesgos de erosión, compactación, disminución de la fertilidad, reducción de la biodiversidad y pérdida del recurso. “En la zona del Mediterráneo el contenido en materia orgánica es bajo, siendo en España el setenta y cinco por ciento del total por debajo de un uno o dos por ciento y en el caso de Grecia de un noventa y ocho por ciento”, puntualizó García Álvarez. Igualmente expuso que a través del manejo de las sustancias producidas en la biodescomposición de la materia orgánica se puede controlar los organismos patógenos. Este proceso es lo que se llama biofumigación sirve para controlar patógenos del suelo. Por otra parte, existen a escala internacional, varios acuerdos y convenios para velar por la agricultura sostenible y por estas consecuencias que genera la intervención humana como son el Protocolo de Montreal para eliminar el bromuro de metilo que destruye la atmósfera, el Protocolo de Kioto sobre otros gases que producen el efecto invernadero, el Convenio sobre Biodiversidad o el Convenio de Estocolmo. Todos estos tienen un nexo común que es utilizar de forma sostenible los recursos naturales disponibles. M. Belén Garre ir a agricultura ecológica