El Instituto Tecnológico del Plástico Aimplas, ubicado en el Parque Tecnológico de Valencia, cordina un nuevo proyecto colectivo financiado por la Comisión Europea en el VI Programa Marco, cuyo objetivo es desarrollar un plástico biodegradable, para usos agrícolas, a partir del almidón de los guisantes. El proyecto responde al acrónimo de TRIGGER, y en él participan 15 organizaciones procedentes de España, Italia, Francia, Reino Unido, Letonia y Bulgaria: 6 asociaciones de agricultores, 6 pymes, 2 centros de investigación y una universidad. El nuevo plástico se utilizará, como los convencionales de ahora, para acelerar el proceso crecimiento y maduración de los cultivos agrícolas, así como controlar la temperatura de los mismos, aumentar la eficacia de los fertilizantes aportados y ahorrar agua utilizada para el riego. La innovación más importante reside en la materia prima utilizada, completamente natural y aprovechando un subproducto (el almidón es el resto de la obtención actual de proteínas para piensos a partir de los guisantes), y el hecho de que la velocidad de biodegradación de este nuevo plástico puede ser controlada a voluntad del propio agricultor.
Durante el tiempo en que el cultivo necesite la protección del plástico, su velocidad de degradación será muy lenta, preservando así sus propiedades mecánicas. Sin embargo, una vez termine su función, el agricultor activará el mecanismo de biodegradación que incorpora el propio plástico, para acelerar el proceso y degradarlo completamente en pocas semanas.
Además, la velocidad de biodegradación será independiente del tipo de cultivo, del tipo de suelo o de las condiciones climáticas en las que se utilice. El film (lámina de plástico) lleva incorporado un agente iniciador y acelerador de la biodegradación, que se activará al ponerse en contacto con el agua. Durante el tiempo de vida útil del plástico, dicho iniciador permanecerá aislado. Una vez deje de ser útil se triturará en el campo con la maquinaria adaptada para ello, entrando en contacto con la tierra y la humedad, y activándose por tanto el proceso de biodegradación. Otra posible alternativa contempla la incorporación en el film de aditivos inhibidores de la biodegradación durante su uso, que dejarían de actuar en el momento, una vez el cultivo ha finalizado y el film es triturado. El mercado agrícola es el cuarto sector en cifras de consumo de material plástico, tras el envase y embalaje, la construcción y la automoción. Durante el 2004, en España se consumieron alrededor de 240.000 toneladas de plástico en el sector agrícola, que general frecuentes problemas medioambientales y económicos para los agricultores, que deben responsabilizarse de su complicada recogida y eliminación.
El nuevo plástico biodegradable pone fin a la amplia serie de problemas que generan los residuos plásticos en el campo. La ventaja de los plásticos biodegradables respecto a los que no lo son es que permiten eliminar los costes generados por la retirada del film del campo y su posterior gestión como residuo. Los gastos de retirada suelen ser altos, lo que genera un grave problema para el agricultor, que, en numerosas ocasiones, no retira los desperdicios de estos films y se quedan en el campo, contaminando el suelo, empeorando su calidad y afeando el paisaje. El proyecto tiene un presupuesto de 2,8 millones y durará tres años.