La tercera parte de los incendios que se producen en España tienen su origen en la quema de rastrojos, una práctica que cada día cuenta con más detractores y sobre la que se están tomando cada vez mayores mecanismos de control. La aplicación de las técnicas de la agricultura de conservación, en donde se elimina este paso de quema, se presenta, pues, como una buena herramienta para luchar contra los incendios. Esto es, al menos, lo que aseguró el secretario general para el Territorio y la Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, Antonio Serrano, que participó en la jornada inaugural del Congreso Internacional sobre Agricultura de Conservación, que se desarrolló en el campus universitario de Rabanales. Además de prevenir los incendios, este tipo de agricultura, en palabras del Director de la Asociación Española de Agricultura de Conservación, Jesús Gil, contribuye a reducir la erosión del suelo, constituye un ahorro para el agricultor -«porque al eliminar el laboreo pesado se necesitan menos horas de tractor y de gasoil»- y también incide positivamente sobre el cambio climático «porque evita la emisión de CO2 a la atmósfera y fija carbono en el suelo». En cuanto a la aplicación de la agricultura de conservación en la provincia de Córdoba, Gil señaló que aún no estén datos fiables, ya que, en la actualidad, el Ministerio de Agricultura trabaja en la elaboración de un estudio que refleje la incidencia de estas técnicas en el sector agroalimentario español. Sin embargo, señaló Gil, sí se conoce que en Andalucía se están subvencionando actualmente algo más de 100.000 hectáreas de cubiertas vegetales en olivar, por lo que se calcula que en Córdoba ascenderán a las 20.000 hectáreas.