La agricultura intensiva de la provincia ha experimentado una gran transformación económica que le ha permitido salir del estado de marginación y subdesarrollo en la que no hace tantos años estaba sumida. El factor diferencial del sector hortícola almeriense no sólo se centra en la climatología sino también en el factor humano. Antes del desarrollo de la agricultura intensiva, la provincia de Almería no contaba con las mejores condiciones para sacar adelante una agricultura. Los fuertes vientos dificultaban todo tipo de cultivo, no solo por su efecto mecánico sino por la cantidad de polvo que generaba. Otro factor en negativo eran las sales contenidas en las aguas de riego que impedían el cultivo de las especies más rentables. Y en tercer lugar, la rentabilidad de la agricultura del momento era muy baja debido a su baja calidad. De positivo la provincia sólo contaba con un factor fundamental, que sin embargo, le ha servido como un as bajo la manga: el clima. Con la aparición del enarenado, la superficie invernada de Almería pasó de 500 metros cuadrados a 26.958 hectáreas cuantificadas en el año 2004. Actualmente, el 99% de la superficie invernada se distribuye entre 15 municipios: El Ejido con un 45%, Níjar con casi un 14%, Almería con un 8%, Vícar también con 8%, Roquetas de Mar con casi un 8%, La Mojonera con un 5%, Berja con casi un 3%, Adra con un 2%, Dalías con un 1%, Pulpí con 0,84%, Cuevas de Almanzora con 0,81%, Viator con 0,69%, Antas con 0,66%, Lucainena de las Torres con 0,61% y Pechina con 0,55%. Primeras exportaciones En los primeros años, la producción hortofrutícola de Almería se orientaba hacia el mercado nacional. Era fundamental la labor de concentración de oferta realizada por alhóndigas y almacenes. En esos momentos no existía ninguna competencia y la orientación se centraba en la producción. La demanda era mayor que la oferta y prácticamente la totalidad de la producción se vendía. Por este motivo, el consumidor no tenía ninguna opción de escoger el producto deseado aunado al hecho de que no existía ningún tipo de variedad entre los productos. Todo lo que se producía era consumido de inmediato. La distribución era llevada a cabo por operadores foráneos y por tanto la mayor parte del valor añadido lo llevan las empresas. También los propios transportistas llevaban producto a otras provincias limítrofes. La gran distribución fue ganando poder poco a poco en detrimento de los mercados mayoristas. Hace aproximadamente 26 años que se constituyó la Asociación Provincial de Empresarios Cosecheros Exportadores (Coexphal), cuyo nacimiento fue decisivo para romper el cerco establecido para el tomate y el pepino almeriense por Canarias, Murcia y Alicante. Hace ahora 50 años que comenzó el milagro de la agricultura almeriense. Milagro que ha permitido el desarrollo económico de una provincia. Milagro que ha permitido una equitativa distribución de la renta de familias. M. CARMEN CEREZUELA