Precisamente la Consejería de Innovación, a través de la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (Idea), le ha concedido un préstamo de 81.250 euros, que supone el 40% de la inversión total, para el desarrollo del prototipo. El robot incluye una base en la que se almacena el plaguicida y un pequeño artefacto que, colgado de unos raíles aéreos, va moviéndose por el invernadero de manera automática, sulfatando las plantas que encuentra al paso. Entre sus ventajas, según explicaba ayer el delegado De las Nieves, destaca que no necesita operario durante la fumigación, por lo que el riesgo de intoxicación «es inexistente». El alcalde de Vícar añadía que, además, así «se ahorra mano de obra». Por otra parte, se logra un mayor control y la reducción del impacto ambiental que conlleva la acción de sulfatar, ya que se controla el grado de pulverización. El consumo energético del 'fito-robot' es «mínimo», y es posible instalarlo incluso donde no llegue la corriente eléctrica, haciendo que funcione mediante un sistema de baterías. Posee, asimismo, una autonomía ilimitada, y puede salvar descuadres. Además, el hecho de que se mueva por el aire impide que se pisen las instalaciones de riego o las raíces de las plantas. Más ventajas El creador de la máquina, Miguel Rodríguez, entró ayer en detalles, y aportó otra serie de ventajas, a las que sólo se ha podido llegar «escuchando a los agricultores y viendo lo que necesitan». El 'fito-robot' sulfata la planta desde abajo hacia arriba, incidiendo especialmente en la base de la planta, «donde se ocultan las plagas». Por otra parte, explica Miguel Rodríguez que «el artefacto se mueve a una velocidad constante de un metro por segundo, lo que permite fumigar todas las plantas por igual», y algo que hace posible calcular de manera precisa la cantidad de fitosanitarios estrictamente necesaria. Por lo que respecta al precio, «la primera hectárea cuesta unos 22.000 euros; las siguientes menos, porque sólo hay que poner las guías, la máquina es la misma». Míriam Buil