Las industrias agroalimentarias de transformación de cereales, vegetales y frutas generan más de 30 millones de toneladas de residuos al año en toda Europa. Estos residuos están en gran medida infrautilizados, ya que suelen destinarse casi en su totalidad a vertederos, a alimentación animal o como fertilizantes para suelos agrícolas. Aunque la legislación suele considerarlos como “no peligrosos” por su reducido impacto ambiental, sin embargo, suelen ser muy voluminosos y pueden ser causantes de problemas como los olores, derivados de su fácil descomposición y elevado contenido en agua. Hasta ahora, muchas industrias de alimentación actuaban entregando estos restos de materias primas a pequeñas empresas o particulares (ganaderos, agricultores, etc) de forma gratuita o a cambio de algún dinero. Sin embargo, ante el progresivo proceso de profesionalización en la gestión de residuos, la legislación cada día es más exigente y está modificando estas prácticas. Actualmente la normativa obliga a cualquier industria agroalimentaria que desee deshacerse de un material residual a hacerlo a través de empresas autorizadas y, además, los costes de gestión de estos residuos en vertederos, por ejemplo, se han elevado considerablemente. Por todo lo anterior, la eliminación de residuos para muchas industrias de alimentación se está convirtiendo en un problema por su elevado coste. Paralelamente, los avances tecnológicos están permitiendo encontrar nuevas alternativas y el nacimiento de una industria creciente, especializada en explotar los recursos contenidos en estos residuos, como por ejemplo las industrias de ingredientes y aditivos, las energéticas, las de fertilizantes, etc.