Iniciar o no la floración es una de las cuestiones de las plantas, cuyo éxito reproductivo depende de escoger el momento adecuado para ‘echar las flores’, que luego se convertirán en frutos. En este proceso, entra en juego un sofisticado sistema de monitorización de los factores ambientales y de regulación de la floración. Gracias al análisis molecular de los investigadores, se desvelan los entresijos de estos mecanismos, recogidos en el último número de la revista Internacional Journal of Developmental Biology. Los principales factores ambientales a tener en cuenta son aquellos que se repiten cada año de forma más o menos predecible, como la luz y la temperatura. Por otro lado, las especies anuales que florecen en primavera en zonas de climas templados, tienen un sistema que reprime la floración y que sólo se desactiva una vez que la planta ha sufrido las temperaturas bajas del invierno. ‘De esta manera se garantiza que las plantas no florezcan en otoño o en invierno y sólo después de los fríos invernales’, señala José Miguel Martínez Zapater, investigador del Departamento de Genética Molecular de Plantas del Centro Nacional de Biotecnología, CSIC. Es lo que se conoce como vernalización. El sistema de receptores encargados de percibir los cambios de luz y temperatura en el entorno de la planta es complejo. Hasta al momento se conocen los fotorreceptores, pero existen incógnitas sobre cómo se percibe la temperatura.