Andalucía continúa manteniendo una posición de privilegio en el desarrollo de técnicas agrícolas mediante el uso de recursos naturales y la eliminación de mecanismos contaminantes. El objetivo que se persigue es asegurar una producción agraria sostenible, así como la conservación y mejora de la fertilidad del suelo y la diversidad ambiental. El conjunto de prácticas que se están impulsando reciben el nombre genérico de producción integrada. Con estas técnicas se consigue fomentar la calidad de los productos andaluces, mejorar la protección sanitaria de los alimentos, incrementar su valor añadido, potenciar la investigación agraria y la transferencia de tecnología, e impulsar la formación como elemento básico de modernización.
La producción integrada en la Comunidad andaluza se ha multiplicado por diez en los últimos siete años, lo que representa unas 150.000 hectáreas, siendo el olivar y el arroz los cultivos referentes, ya que concentran el 85% de la superficie sembrada siguiendo normas respetuosas con el entorno.
Para la regulación de la Producción Integrada, la Consejería de Agricultura de la Junta ha publicado 15 reglamentos específicos correspondientes a los cultivos de olivar, arroz, fresa, frutales de hueso, cítricos, tomate, calabacín, melón, sandía, pepino, pimiento, berenjena, judía, patata y algodón, así como la producción de aceite, vinificación, manipulación y aceituna de mesa. Con el fin de copar toda la superficie agrícola andaluza, la Junta trabaja actualmente en la redacción de otros cuatro reglamentos. Se trata de las normativas referentes al cultivo de la viña, remolacha, flor cortada y zanahoria. Además, la Consejería ha introducido en 2004 el concepto de Producción Integrada en la transformación y comercialización del producto, lo que ha abierto nuevas vías a sectores como el vino, el aceite o la aceituna de mesa, o la manipulación de frutas y hortalizas.