Un grupo de científicos de Estados Unidos están estudiando las formas de que las frutas y hortalizas no pierdan su textura crujiente una vez cortada. Un método para resolver este desafío es injertar sandía por ejemplo en los patrones de calabazas. La sandía injertada es resistente al marchitamiento causado por Fusarium un hongo muy extendido. Los resultados de esta investigación dieron a conocer que las plantas injertadas fueron un 30% más firme que las no injertadas. El sector estadounidense de la sandía no había adoptado con anterioridad el método de injertar porque era considerado muy costoso. Sin embargo, esta investigación ha hecho que se comience a emplear esta técnica y se abandone el uso agrícola del bromuro de metilo que tiene un negativo impacto en la capa de ozono. Otro de los resultados obtenidos confirma que unos cuantos cultivares de sandía disponibles tienen niveles diversos de resistencia al Fusarium, pero no al nivel de una sandía injertada, y no con el beneficio adicional de firmeza que se encontró con la fruta injertada.