Una temperatura mínima nocturna más alta aumenta la producción

Un ensayo realizado en un cultivo de berenjenas durante la campaña 2003/2004 ha puesto de manifiesto que un aumento de la temperatura mínima nocturna en el invernadero trae consigo un incremento de la producción. De hecho, manteniendo en el invernadero una temperatura de 16 grados centígrados durante la noche, la producción final alcanzó los 11 kilogramos por metro cuadrado. Asimismo, las plantas presentaban una media de 29 frutos y, cada fruto, un peso medio de 318 gramos. Los encargados de realizar este ensayo fueron Corpus Pérez, Juan Carlos López y Anabel Parra, todos ellos miembros de la Estación Experimental de la Fundación Cajamar, y que presentaron sus resultados en el marco de la VIII Jornada Técnico Agronómica organizada por la Fundación. Para el ensayo se dispuso de tres invernaderos. El primero de ellos, el invernadero ‘testigo’, no tenía calefacción; el segundo contaba con una temperatura mínima nocturna de 12 grados centígrados; y el tercero y último mantenía una temperatura mínima nocturna de 16 grados centígrados. Los dos últimos invernaderos contaban con un sistema de calefacción por convección y radiación, por tubería metálica por la que circulaba agua caliente. Para poner en marcha este sistema de calefacción se usaba gas propano licuado. El estudio se prolongó durante todo el tiempo que dura el cultivo de berenjena, en concreto, durante 210 días. Transcurrido todo este tiempo se pudo comprobar que el invernadero de mayor temperatura mínima nocturna, es decir, el invernadero de 16 grados, dio una mayor producción de berenjenas.

Como contrapartida a este aumento de la producción, las conclusiones del estudio ponían de manifiesto que el gasto de gas propano necesario para mantener la temperatura en el interior del invernadero era demasiado elevado como para hacer rentable el cultivo. En concreto, eran necesarios 8’57 kilos de gas por metro cuadrado, lo que, al final de la campaña significó un gasto de más de 6 euros por metro cuadrado. Por otro lado, el invernadero ‘testigo’, si bien es cierto que su producción fue menor, los gastos que implicaba también eran menores. En conclusión, el ensayo reflejó que, desde un punto de vista económico, el tratamiento sin calefacción fue el que dio mejores resultados, con un beneficio de 2 euros/m2, mientras que el invernadero de mayor temperatura implicaba unas pérdidas de 1’29 euros/m2. Otro ensayo realizado por el mismo grupo también en un cultivo de berenjena, pero en este caso durante la campaña 2004/2005, se centró en el efecto que las radiaciones podían provocar en este tipo de cultivo. Para ello se volvieron a utilizar tres invernaderos, con temperaturas mínimas nocturnas de 12, 16 y 20 grados centrígrados. En cada invernadero se colocó una malla de sombreo blanca con una capacidad de transmisión de rayos ultravioleta del 24 por ciento. Al final de la campaña se demostró, en primer lugar, que en este caso, una temperatura mínima nocturna superior no implicaba una mayor producción; y, en segundo lugar, que una baja radiación y una alta temperatura nocturna provocaban perdidas en la producción.