En la agricultura mediterránea, las plagas, enfermedades y malas hierbas representan uno de los principales factores limitantes, por los daños directos e indirectos que ocasionan en los cultivos, siendo necesarias medidas de control para paliar sus efectos. En la actualidad estos métodos de control se enmarcan en lo que se denomina Control Integrado, armonizando métodos de control químicos, biológicos, físicos, culturales, etc. Hoy en día la utilización racional de plaguicidas es la herramienta de control más utilizada. En este contexto, el desarrollo de resistencia a los plaguicidas por plagas, hongos y malas hierbas, es uno de los principales problemas técnicos del control fitosanitario. La aparición de fenómenos de resistencia puede llevar a la falta de eficacia de algunos productos, no habiendo en muchos casos otras alternativas de control. Este fenómeno se produce por un uso abusivo o mal uso de los productos (dosis inadecuadas, repetición de tratamientos con el mismo producto, aplicaciones demasiado frecuentes, etc.). Sin embargo en un fenómeno evitable y reversible si se realiza un manejo adecuado. Para mantener la eficacia de los productos es necesario realizar estrategias de manejo de la resistencia, lo que contribuirá a optimizar las aplicaciones de plaguicidas. Todo ello encaminado a alcanzar una agricultura sostenible.