La higuera, junto con el olivo y la vid, es uno de los tres frutales asociados al comienzo de la horticultura en la cuenca mediterránea, remontándose su cultivo a hace más de 6.000 años. La conservación y el estudio de los recursos genéticos de la higuera, al igual que en el resto de las especies frutales, implican el establecimiento de colecciones en campo. El principal problema de éstas pasa por identificar correctamente el material existente, así como las nuevas entradas genéticas. La antigüedad del cultivo de la higuera, junto con la facilidad de su propagación vegetativa, ha permitido un gran intercambio del material vegetal entre diferentes regiones a lo largo de la historia. En la Universidad de Extremadura, Esther Giraldo ha defendido una tesis doctoral que ha tenido el objetivo de identificar y caracterizar variedades de referencia pertenecientes a la higuera. Para ello, la autora propone, frente a métodos tradicionales, introducir técnicas de caracterización molecular, “que aceleran y optimizan los métodos actuales de caracterización”. Según Esther Giraldo, la caracterización tradicional basada en el fenotipo puede presentar problemas debido a la influencia de factores ambientales, por lo que en su tesis esta caracterización se ha complementado con una aproximación molecular a partir de marcadores tipo microsatélite. Así, la investigación, en líneas generales logra detectar la variabilidad genética del banco de germoplasma (instalaciones construidas para almacenar diversidad de cultivos) de higuera en Extremadura; y determinar la diversidad genética de un total de 207 genotipos (conjunto de genes).