Los análisis La primera fase de la investigación consiste en estudiar los efectos que tres tipos de aceite de oliva tienen sobre sesenta pacientes, por lo que cada uno ingerirá tres desayunos con los distintos tipos de aceites. Además, la preparación para estas pruebas requiere seguir una dieta controlada durante un mes en el que la persona no podrá ingerir “antioxidantes de otro tipo para que no interfieran” en los efectos del aceite durante las horas posteriores a la ingesta, afirma el doctor Pérez Jiménez. Así, según las composiciones de los aceites éstos tendrán diferente incidencia en parámetros como la inflamación, la coagulación, los lípidos, las reacciones que las proteínas producen en las células y la oxidación. De hecho, el director de la investigación destaca: “No todos los aceites de oliva son iguales y el 80% de los que se consumen en España tienen relativamente pocos antioxidantes, porque están hechos con la mezcla de aceite refinado y aceite virgen, y el aceite refinado apenas contiene dichos antioxidantes”, por lo que sus beneficios en la salud podrían ser inferiores. Importancia de la dotación genética Por otro lado, la segunda parte del estudio se basa en conocer la dotación genética de los pacientes analizados. No obstante, la hipótesis defendida por los investigadores establece que, aunque el aceite resulte beneficioso, los genes de la persona pueden hacer que su organismo “procese los antioxidantes de una forma inadecuada y el hecho de tomar productos con estas sustancias podría serles de menor utilidad”, ha destacado Javier Delgado, otro de los especialistas del proyecto. Para la investigación, 'Síndrome metabólico y aceite de oliva', el equipo estudiará entre otras mutaciones genéticas las del gen de la óxido nítrico sintasa, que tiene una gran importancia debido al protagonismo del óxido nítrico en el metabolismo de los antioxidantes y la función vascular. Así, los doctores han señalado que buscan “mutaciones genéticas muy frecuentes que pueden hacer que la gente tome antioxidantes que no les sirven para nada”, aunque para otras personas tengan beneficios excelentes. A través de estos estudios, los especialistas tienen como objetivo avanzar en una ciencia de reciente creación conocida como Nutrigenómica. La finalidad principal de esta área del conocimiento es que los médicos puedan elaborar dietas para los enfermos basándose en su dotación genética, lo que se traduciría en una nutrición totalmente personalizada. Para alcanzar esta meta aún faltan algunos años, pero los galenos no dudan de que “es el futuro de la Medicina y dentro de unos diez o veinte años las personas tendrán unas tarjetas que indiquen su perfil genético, un microchip donde se reflejarán las mutaciones importantes”. Con este objetivo se investiga la importancia de determinadas mutaciones genéticas, porque “ese chip del futuro debe ejecutarse basado en este tipo de estudios”, asevera Francisco Pérez Jiménez.