La Fundación Global Nature está ensayando en Almería la depuración de agua residual sin productos químicos

Reutilizar el agua residual y evitar que acabe en los cauces del río o en el mar son, entre otras, las ventajas de los filtros verdes. Un sistema de depuración que, a través de plantas acuáticas, elimina las sustancias tóxicas de las aguas residuales sin necesidad de utilizar productos químicos. De este modo, los agricultores pueden usar el agua residual, una vez depurada a través de estos filtros, para regar sus cultivos, y, a su vez, emplear la biomasa generada como pasto para el ganado o como compost para fertilizar el suelo. Así, por ejemplo «un metro cuadrado de canal produce entre 4 o 5 kilos de material» herbáceo, por lo que tras su siega «puede emplearse para forraje o compost», manifiesta Jesús Fernández, catedrático de Producción Vegetal de la Escuela de Agrónomos de la Politécnica de Madrid e inventor del sistema de Filtros de Macrofitas en Flotación. Tras las plantas experimentales en los aeropuertos de Madrid, Almería, Alicante y Reus, la Fundación Global Nature, en colaboración con el ayuntamiento de Lorca (Murcia), ha puesto en marcha siete filtros verdes en diferentes pedanías lorquinas, uno de los cuales se ha instalado en una granja de cerdos. La presentación internacional de este proyecto Life Medio Ambiente tendrá lugar el 20, 21 y 22 de julio en Murcia. Pero además, este sistema de depuración supone un ahorro económico de más de un 85 por ciento respecto al convencional. Así, «mientras una depuradora para un pueblo de mil habitantes vendría a costar 100 millones –sin tener en cuenta su mantenimiento–, la instalación de estos filtros costaría un 15 o un 20 por ciento», es decir unos 15 millones, añade.

«Primero se realiza una excavación superficial, después se construye un canal de 70 a 80 centímetros de profundidad aproximadamente y se permeabiliza. Acondicionada ya la instalación se introducen las plantas sujetas a cabos que sirven de contrapeso para que sea superficial», explica Juan Luis Castanedo, director de Área de la Fundación Global Nature en Murcia. Tras esto, son los microorganismos de las raíces de las plantas (Sparganium, Enea, Typha, etc.) los que se encargan, según Castanedo, «de depurar el agua residual, al retener los nutrientes presentes en el agua». Así, absorben el fósforo y el nitrógeno que después permite el florecimiento de la planta, y eliminan los contaminantes orgánicos del agua. Este agua, aunque no sea apta para el consumo, puede emplearse para regar los cultivos. Lo que supone poder reutilizar este recurso e incluso incrementar el riego. «Ahora, en vez de cada 20 días, riego la viña cada 10. No se porqué, pero la hoja de la viña tiene un color más verde», explica Juan Miguel, un agricultor que colabora en este proyecto con la Fundación. Juan Miguel asegura a su vez que los frutos, al poder regar el cultivo más a menudo, son más grandes o tienen mejor aspecto. «Llevo 10 o 12 años cultivando tomates y nunca me habían salido tan buenos». Juan Miguel, que este año ha sembrado 500 matas de pepinos en vez de mil por motivos de salud, explica que a pesar de ello ha sacado la misma cantidad: «Entre 150 y 160 kilos diarios». Este sistema que tarda, según el catedrático, «unos cinco días en depurar el agua» permitiría a su vez, «tras un tratamiento físico-químico, la eliminación de los purines» (excrementos de los cerdos), añade Castanedo. No obstante, esta parte del proyecto está aún en desarrollo.