La comercialización de frutas y hortalizas, realizada desde las regiones mediterráneas, entre ellas la provincia de Almería, en España ha jugado un papel de enorme importancia en la economía del país. Las condiciones climáticas, los continuos avances y mejoras establecidos en las regiones de cultivo, así como, la imparable capacidad emprendedora de los agricultores de estas zonas, han hecho que España sea la cuarta potencia agraria en la Unión Europa con una marcada especialización de frutas y hortalizas. De esta manera, las aportaciones del sector a la economía española son las siguientes: una mayor conexión entre los consumidores y los productores, estableciendo una excelente relación entre oferta y demanda, gracias a los procesos de comercialización cooperativa y asociada a los agricultores. Del mismo modo, han generado el nacimiento de un completo conjunto de actividades auxiliares en el ámbito de la industria y de los servicios, que han enriquecido la gama de productos y la diversidad empresarial en las zonas productoras. Además, las frutas y hortalizas sirvieron en su momento de moneda de cambio en las negociaciones de adhesión de España a las comunidades europeas para salvaguardar los sectores agrarios más débiles del país. Por otro lado, la horticultura se convirtió en una importante fuente de divisas para la economía nacional en un momento en el que apenas contaba con bienes de exportación y precisaba financiar una renovación de activos productivos sin precedentes.