El belga Jan van Helmonto realizó un experimento en 1600 para intentar conocer el origen de los elementos constituyentes de las plantas. Van Helmont plantó una pequeña semilla de sauce en un contenedor lleno de tierra. Tras regarlo durante cinco años, encontró que el árbol había ganado 160 libras de peso mientras que el suelo sólo había perdido dos onzas. Así pues, Van Helmont concluyó que el árbol principalmente estaba formado por constituyentes de agua y no de suelo. Hasta 1925 fueron numerosos los experimentos que se realizaron para seguir investigando sobre hidroponía. A partir de esta fecha la industria de los invernaderos se interesó así por la llamada 'nutri cultura'. El primer cultivo comercial de tomate fue realizado en 1936 en California por el profesor W. F. Gericke. También él fue quien inventó la palabra hidropónico, deribada de los dos vocablos griegos: hidro (agua) y ponos (labor), que traducido literalmente sería 'trabajo en el agua'. En los años 40, R. y A. Withrow desarrollaron una forma más práctica de cultivar en hidropónico utilizando grava como sustrato y la técnica de riego por inundación. En el periodo de guerra, la RAF y la Armada Americana instalaron numerosas explotaciones hidropónicas en zonas baldías para la producción de hortalizas. La Armada de EEUU produjo en 1952 alrededor de cuatro mil toneladas de hortalizas en hidropónico. El desarrollo de la hidroponía sufrió un frenazo en los años 50-60 debido a los problemas que presentaba este sistema. Las balsas y canaletas se hacía de hormigón y hierro. La reacción con los fertilizantes producía la corrosión del hierro o procesos de intercambio del abono con el sulfato del hormigón, provocando malas cosechas y averías de los sistemas. El desarrollo del polietileno y el polipropileno dieron de nuevo un empuje a la hidroponía. En 1969 Rockwool patentó en Dinamarca las planchas de lana de roca absorventes de agua. La intención en el desarrollo de este sustrato consistía en acabar con los problemas de suelo asociados a la agricultura intensiva. Sólo a partir de que F. Verwer realizara con éxito ensayos en la estación de investigación de IMAG (Países Bajos) fue cuando un productor holandés hizo en 1975 una prueba con lana de roca Grodan en un cultivo de pepino. A finales de 1975 la superficie de lana de roca era ya de 8ha y en 1984 el área de cultivo sin suelo alcanzaba en Holanda las 1.500 ha. El desarrollo fue tan rápido en esta zona debido a los problemas que había en los cultivos por las enfermedades de suelo. Los productores todavía podían utilizar bromuro de metilo pero debido a la intensificación de las prácticas culturales, aparte de la presión de las enfermedades, la estructura del suelo también se fue deteriorando. Los gastos en calefacción eran relativamente altos ya que el suelo debía mantenerse caliente para el cultivo del pepino. La clave del éxito estuvo en solucionar el problema mediante el libre asesoramiento manteniendo el desarrollo inicial del mercado concentrado en un sólo cultivo. Los técnicos del sector privado y las estaciones de investigación trabajaron juntos para resolver las dificultades de los primeros cultivos sin suelo. En la provincia de Almería el desarrollo se basó, entre 1975 y 1985 principalmente en la introdución de los films de plástico para cubrir las estructura existentes. La investigación del túnel de plástico por Mr. Dalle alrededor de 1965 permitió aumentar la producción. Estas construcciones, baratas y fuertes, eran ideales para los cutlivos mediterráneos. En la provincia almeriense los invernaderos eran muy diferentes a los existentes en el noroeste de Europa, ya que su origen estaba en las estructuras planas que se utilizaban como soporte para el cultivo de uvas. La expansión de este tipo de construcciones se produjo entre 1970 y 1980. El sistema de suelo de Almería se basaba en una capa superficial de suelo arenoso alóctono (transportado de otros lugares) mezclado con estiércol y cubierto con grava, pudiéndose considerar aproximadamente como un sistema sin suelo. A partir de 1985 el desarrollo de la hidroponía aumentó en la región de Almería. Las mayores empresas de riego y sustratos se asentaron en la provincia. En estas fechas hubo una gran expansión de la superficie invernada. Las inversiones más importantes se hacían en el propio invernadero y en la automatización del riego. En un par de años se copiaron y vendieron por parte de compañías locales los equipos desarrollados por daneses y holandeses. Las compañías locales de riego comenzaron a trabajar con instrumentos más baratos: con algunas posibilidades menos pero optaron de inmediato por emplear equipos de visualización lo que permitió al productor entender y manejar mas fácilmente el sistema. Grodan inició el cultivo sin suelo, seguido inmediatamente de Agroperl y Cultilène. En la mayoría de los casos las tablas de lana de roca que se utilizaban eran más altas que las holandesas. Los técnicos agrícolas de la provincia se conviertieron en poco tiempo en expertos en el manejo del cutlivo con agua y fertilizantes dado que el manejo de las condiciones climáticas era muy complicado. A partir de 1995, los expertos y científicos de la provincia comenzaron a realizar numerosos ensayos consiguiendo encontrar y mejorar los sistemas que había llegado desde Holanda. Asimismo, y debido a la demanda de calidad y salubridad los agricultores comenzarón a clasificar los productos. La mayor mejor estas fechas fue la introducción de los invernaderos multitúnel. El clima se hizo más manejable y así las inversiones en sistemas de control de clima llegaron a ser las segundas en importancia. A pesar de que los ataques más importantes en insectos y nuevos virus los productores reaccionaron bastante rápido hacia la adopción de sistemas de protección más eficaces como mallas en las ventanas y permitiendo más y más manejo integrado de plagas.