El problema de este funcionamiento era que los datos no coincidían, en muchas ocasiones, con la realidad. «Entonces, aspectos como la localización tampoco se registraban correctamente». Un hecho que, durante unos años no tuvo importancia pero, que tal y como apuntaba Fernández, en el año 2001 adquirieron un papel fundamental. El motivo; los siniestros que se produjeron en la provincia. «Los remolinos de viento provocaron muchos daños en las estructuras. Hubo muchas pérdidas.» Cientos de millones de pesetas perdidas fueron el detonante para que se creara una situación compleja ya que los clientes se mostraron inconformes ante las indemnizaciones recibidas. Fue entonces cuando Cajamar se planteó acciones para evitar una solución igual. A partir de ese momento, las inclemencias meteorológicas se convierten en un factor a tener en cuenta y se pone en marcha un programa de acción. Es entonces cuando un equipo de técnicos perfilaron este documento que hoy está siendo de gran utilidad práctica. Metodología En este sentido el responsable del informe explicaba los elementos más relevantes. «Basándonos en el estudio que realizamos, en el que se llevó a cabo un exhaustivo análisis de campo, En la actualidad un equipo formado por nueve personas se desplaza a las distintas explotaciones de los clientes con el objetivo de conocer las directrices exactas.». Además se trata de una forma de trabajar que permite asesorar al agricultor y darle a conocer cuál es la situación de su invernadero y si es necesario, qué mejoras ha de aplicar. Y es que según los técnicos de Cajamar, en la provincia de Almería todavía hay un elevado número de invernaderos que no cumplen con los requisitos deseables. En cuanto a las causas destaca la antigüedad de las estructuras. «En el campo almeriense hay algunos invernaderos con más de 20 años de vida. Hecho que manifiesta que han sobrepasado su tiempo de utilidad». A este factor temporal hay que sumar en ocasiones ,la situación de deterioro en el que se encuentran por falta de mantenimiento. Otra de las causas que afectan negativamente es la situación del mismo ya que puede que esté ubicado en un espacio poco idóneo por causas como; la existencia de un cauce o la frecuencia de remolinos de viento. Elementos que en ocasiones el agricultor desconoce y ponen en peligro su explotación. En cuanto a las zonas en las que actualmente predominan las estructuras antiguas, decir que la zona del Poniente se caracteriza por ser más tradicional, es decir, que los invernaderos son más antiguos. Así, predominan estructuras con más de quince años. También es cierto que en las zonas que se vieron muy perjudicadas por el granizo del año pasado, como El Ejido, ha habido una renovación del parque de invernaderos. Pero sin duda la mejor zona, desde este punto de vista, es el Levante y en concreto Níjar ya que « es una zona en la que está creciendo el número de invernaderos y entonces, claro, son de nueva creación». Haciendo referencia a la antigüedad de los invernaderos a nivel general, Fernández apuntaba que « se estima que a medio plazo descienda el número de invernaderos». Otros elementos que se tuvieron en cuenta en un primer momento en el estudio teórico y que actualmente son los que rigen el nivel de seguridad del invernadero son tales como, la geometría, los materiales estructurales, la superficie, la altura, la orientación, la valoración económica así como al valoración del estado del mimo, entre otros aspectos. Así desde Cajamar se realiza un análisis personalizado a cada uno de los clientes antes de contratar una póliza de seguro. Una fórmula que según Carlos Fernández, «permite que el cliente esté satisfecho. Por otra parte hay casos en los que es imposible asegurar porque las condiciones son muy negativas. Es entonces cuando podemos aconsejar sobre posibles reformas para que el invernadero esté correctamente y pueda pasar a ser asegurado». Y es que desde una perspectiva económica, la inversión que representa la construcción o mejora de un invernadero es bastante elevada. Es por este motivo que «asegurar la estructura de los invernaderos se antoja como un auténtica necesidad a la hora de garantizar al agricultor su medio de vida». «La mayoría de invernaderos que se construyen en esta zona son tipo parral, simétricos, de unos cuatro metros de altura y ocho de capilla. Y el precio oscila entre as siete mil cien de las antiguas pesetas por metro cuadrado». Un coste que oscila según factores como; la época en la que se solicita la construcción( en invierno es más caro), el precio de petróleo que encarece el plástico y la subida del metal, entre otros. Pero a pesar del trastorno económico que puede provocar el mantenimiento éste es clave para el agricultor.«Desde Cajamar queremos ofrecer tranquilidad a través de nuestro sistema que es innovador.» Este carácter novedoso ha sido premiado por la asociación nacional de Investigación cooperativa entre entidades aseguradoras. Un reconocimiento que ha sido muy bien acogido por este grupo. Izaskum Argemí