En colaboración con científicos de la Universidad de Milán, que ya habían demostrado los efectos beneficiosos de las proteínas de soja sobre la colesterolemia, los investigadores granadinos han detectado que la incorporación de proteínas de leguminosas a dietas para ratas da lugar a un menor peso relativo de su intestino grueso. Esta reducción ha sido relacionada por otros autores con una menor proliferación celular y con una posible prevención del cáncer de colon. Por otra parte, los expertos han estudiado los efectos de los llamados inhibidores de proteasas, presentes en las leguminosas. Estas sustancias inhiben la actividad de las enzimas que produce el organismo para facilitar la digestión. “Aunque pueda parecer en principio que son perjudiciales, en cantidades normales tienen muy poca incidencia en el proceso digestivo y pueden ejercer efectos beneficiosos en la prevención de ciertos tumores si se aplican a la dieta en estado purificado o incluidos en una materia prima”, explica el responsable de la investigación, Luis Rubio. Los científicos granadinos han demostrado que los inhibidores de proteasas inhiben el crecimiento de células tumorales in vitro. Otros investigadores han constatado efectos beneficiosos de estas substancias sobre tumores digestivos y de la glándula mamaria. “Estas sustancias no tienen un efecto nutricional en el organismo, pero pueden prevenir el desarrollo de procesos tumorales, actuando como alimentos funcionales”, aclara Rubio. Para obtener estos resultados, los científicos han separado las proteínas, los carbohidratos y la fibra de varios tipos de leguminosas como haba, garbanzo o altramuz. Esta separación en fracciones de alimento permite asignar un efecto concreto a un determinado componente. Los expertos dan a un grupo de animales una ración testigo, es decir, aquella en la que su valor nutricional se conoce y también sus efectos. Paralelamente, se ofrece a otro grupo de roedores una ración equivalente a la anterior incluyendo fracciones purificadas. De esta forma, aunque las dos raciones tengan el mismo valor nutricional, tienen consecuencias distintas en el metabolismo de los animales, influyendo por ejemplo en los niveles de colesterol o en el peso relativo de algunos órganos, como el hígado o el intestino grueso. Así se puede relacionar la sustancia que se ha modificado en la dieta con el efecto provocado en el animal. Estos estudios se llevarán a cabo por medio de un proyecto titulado 'Propiedades funcionales y nutricionales de los inhibidores de proteasas de la familia de Bowman-Birk en leguminosas', financiado por la Junta de Andalucía (Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa) que durará tres años. Fibra de leguminosas y flora intestinal: alianza perfecta La separación en fracciones permite a los investigadores trabajar con la fracción fibrosa de las leguminosas u otras materias primas. Los expertos han comprobado que incorporar fibra de altramuz a la dieta de los animales da lugar a un aumento del crecimiento de la flora intestinal beneficiosa, sobre todo de lactobacilos. A la vez, se limita la proliferación los microorganismos perjudiciales. Sin embargo, el término fibra incluye sustancias de muy diversa naturaleza química y resulta difícil detectar qué compuesto provoca el resultado beneficioso sobre la flora intestinal. Debido a la complejidad, tanto de la fibra como de la microbiota digestiva, los científicos se sirven de técnicas de biología molecular, que caracterizan el ADN bacteriano y facilitan la identificación y cuantificación de especies. Para determinar la relación entre la composición de la flora digestiva y la fibra utilizada, los expertos obtienen muestras del contenido fecal o intestinal que contienen la flora digestiva natural. Por otra parte, purifican la fibra de la materia prima, analizan su composición y la añaden al cultivo bacteriano anterior para realizar una fermentación in vitro. Su experiencia en leguminosas como alimentos funcionales avalará el estudio que acaban de comenzar para evitar la diarrea en los lechones, uno de los principales problemas que hace estragos en las explotaciones porcinas. El proyecto, denominado E'studio de la eficiencia de utilización de nutrientes y energía y de los cambios en la fisiología digestiva del lechón ibérico durante la lactancia y el post-destete', está financiado por la Junta de Andalucía (Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa) y durará tres años.