La lucha integrada ya es todo un éxito en los cultivos de la provincia. Pimiento, pepino, calabacín, e incluso tomate, por citar sólo algunos ejemplos, responden a la perfección a la puesta en marcha del método. Prueba de ello es el incremento de su número de hectáreas campaña tras campaña. Así, en el caso del pimiento, se pasó de 6.231 hectáreas con producción integrada en 2008/2009 a 6.554 en 2009/2010, según los datos facilitados por la Delegación Provincial de Agricultura relativos a las solicitudes para la concesión de ayudas de Insectos Vectores en la última campaña. Caso similar es el del pepino, cultivo que pasó de 1.579 hectáreas con lucha integrada hace dos años a 1.892 hectáreas en la última campaña. Incluso el tomate, a pesar de sus especiales dificultades, incrementó su superficie cultivada con la ayuda de fauna auxiliar, de 2.237 hectáreas a 2.452.

Pero sin lugar a dudas, ha sido el pimiento el cultivo que mejor se ha adaptado al empleo de los ‘bichos' para combatir las plagas. Esta hortaliza ha encontrado en el Orius laevigatus y el Amblyseius swirskii a sus mejores aliados. Aliados tan fieles que lo han dotado de confianza hasta tal punto que, a día de hoy, prácticamente toda la superficie de pimiento de la provincia se hace con lucha integrada. En este sentido, Francisco Sola, director técnico de Nature Choice, comentó, con respecto a la última campaña, que "en pimiento, todo ha funcionado muy bien". Tanto que, según Ana Belén Arévalo, técnico de Agrobío, los agricultores tienen cada vez más confianza en sus destrezas y "sueltan menos al principio del cultivo".

Incluso en la última campaña, marcada por las continuas lluvias y el descenso anormal de las temperaturas, el control integrado en pimiento ha logrado ser todo un éxito. Pero no sólo ha funcionado bien en pimiento. En pepino, "las cosas están saliendo bastante bien", afirmó Sola y en los cultivos de primavera, es decir, en melón y sandía, pese a la reducción de las sueltas, la lucha integrada también está consolidándose poco a poco, convirtiéndose así en el método de cultivo preferido por los agricultores.

Un caso especial

El tomate es el único cultivo que, aún a día de hoy, supone un quebradero de cabeza para los agricultores que deciden optar por el control integrado de plagas. La pilosidad de sus hojas y sus secreciones dificultan la instalación de los auxiliares y los técnicos echan en falta la aparición de un depredador natural tan efectivo como lo son el O. laevigatus o el A. swirskii en pimiento. Aún así, de momento, el Nesidiocoris tenuis está logrando, no sin dificultades, mantener a raya a la mosca blanca (Bemisia tabaci), la plaga más importante que ataca a este cultivo y que, además, transmite el conocido como virus de la cuchara (TYLCV).

Junto a estos problemas para combatir la plaga más común del tomate, desde hace algunas campañas, los agricultores han visto con mucho recelo el ‘aterrizaje' en sus invernaderos de la Tuta absoluta o polilla del tomate, una plaga de origen suramericano que ha causado serios daños no sólo en tomate, sino también en cultivos como la berenjena. A pesar del miedo inicial, hace ya más de un año, hizo acto de aparición en el campo almeriense el Trichogramma achaeae, un parasitoide que, en la última campaña, ha dado muy buenos resultados y que ha contribuido a que la Tuta fuese un problema menor de lo esperado.

Jan van der Blom, responsable del Departamento de Control de Plagas de Coexphal, comentó al final de la campaña que "lo primero que nos sorprendió este año es que, en la primera mitad de la campaña, entre agosto y diciembre, hubo muy pocos problemas de Tuta, en parte, debido a la puesta en marcha de medidas preventiva". Y es que los agricultores han interiorizado a la perfección la necesidad de, por ejemplo, cerrar sus fincas herméticamente o colocar trampas de feromonas para evitar la propagación de la plaga en el interior de sus invernaderos. Más tarde, si bien es cierto que la llegada de la buenas temperaturas favoreció el desarrollo de la plaga, también lo es que, para ese tiempo, ya entrado el mes de mayo, "los cultivos estaban casi terminando y la plaga no causó graves problemas", concluyó Van der Blom.

Así pues, la lucha integrada es, hoy por hoy, un sistema consolidado en los cultivos hortícolas protegidos de Almería y supone una garantía de respeto para el medio ambiente y de calidad para los consumidores. Muchos inconvenientes de su empleo ya se han resuelto y, pese a que serán otros los problemas que, con el paso del tiempo vayan surgiendo, lo cierto es que desde el sector no cesan en la adquisición de nuevos conocimientos que permitan a agricultores y comercializadoras cerrar la puerta, definitivamente, a la agricultura convencional.



ISABEL FERNÁNDEZ