Los agricultores de Almería han estado acostumbrados en los últimos 40 años a producir hortalizas y venderlas casi todas a mejor o peor precio y en un porcentaje muy alto a cobrarlas cuando han querido y en su totalidad. Han sido muy insignificantes los casos en los que no se han abonado las cantidades acordadas por la mencionada venta con lo que la morosidad ha sido casi nula, apenas testimonial. Bien, en los últimos años se ha producido un cambio notable y ya no resulta tan importante saber dónde te van a pagar mejor la producción, lo verdaderamente significativo es tener la certeza de que realmente vas a cobrar por aportar la producción a una u otra empresa.

Hemos visto cómo las noticias relacionadas con los impagos a agricultores han ido creciendo escandalosamente. No hace mucho tiempo, los protagonistas de la morosidad eran los denominados “chiringuitos”, pequeños almacenes alquilados donde se instalaban sociedades que con apenas 3.000 euros de capital social se constituían y empezaban a operar teniendo como base de su estructura económica las hortalizas que le aportaban agricultores que depositaban su confianza en estas pequeñas empresas. Algunas de ellas cerraban de la noche a la mañana y se protegían de los acreedores escondiéndose detrás de la insolvencia que casi con toda seguridad decretaba un juez.

Hoy las informaciones van por otro lado y quienes dejan de pagar ya no son solo los “chiringuitos”, grandes empresas han dado el susto a numerosos agricultores que no han podido cobrar su producción.

Es por ello, que de un tiempo a esta parte lo importante es asegurar el cobro mucho más allá del buen precio porque dábamos por hecho que el cobro estaba más que asegurado.

Las estructuras tradicionales se tambalean gracias al cambio en la sociedad, en el consumo, en la híper comunicación y en otros muchos factores que ya no hacen viables sistemas que siguen en pie desde los Años Setenta. Es evidente que algunas empresas que siguen ancladas en esos sistemas tienen problemas para mantenerse y terminan cayendo llevándose por delante a cientos de agricultores que seguían impertérritos mostrando su lealtad y confianza a quienes siempre le habían respondido con el pago de los productos aportados.

En los tiempos de cambio siempre hay beneficiados y afectados y son los que más atentos están los que saben interpretar las señales de lo que puede pasar para protegerse de los siniestros indeseados.

Si de algo ha presumido la agricultura de Almería desde su creación ha sido de su solvencia económica. “El gigante de los pies de barro”, como algunos le llamaban, tuvieron que cambiar la idea porque tras el paso del tiempo, los pies no eran de barro. Es ahora cuando hay que saber interpretar otro importante cambio para no caer. La agricultura es cada vez más cara, tanto para los productores como para los consumidores y es por ello que se emplea una mayor cantidad de dinero en el negocio agrícola, por lo tanto el riesgo es mucho mayor que antaño y hay que saber interpretar los signos que nos da el propio negocio.

José Antonio Gutiérrez