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Planificación de la cosecha, una exigencia para conseguir el éxito

Planificación de la cosecha, una exigencia para conseguir el éxito
Empezamos de cero un año más. Es importante echar la vista atrás y analizar lo que hemos hecho bien y aquello que no ha sido tan acertado. En los próximos once meses nos jugamos mucho debajo del plástico y es preciso planificar para no equivocarnos

Aquella agricultura alocada de hace unos años, ya no es rentable y quien la sigue practicando termina por dejar este negocio. Es por ello que la planificación se ha convertido en un factor más de la rentabilidad del campo y es ahora, en estos días, cuando ese factor cobra una importancia fundamental para conseguir el rendimiento mínimo necesario de la cosecha.

Después de mucho debate sabemos que ya no se siembra para vender, ahora se cultiva aquello que demanda el cliente final. Esos datos que antes no se manejaban por parte de las entidades exportadoras, ahora son una fuente de información única que permite al comerciante saber qué productos y cuándo los va a solicitar el consumidor final.

Vender a la carta reporta muchos beneficios, tanto para el productor, como para el exportador y la gran superficie comercial. Se cultiva aquello que realmente hace falta y no se desperdician mercancías ni se hacen esfuerzos en vano. Para conseguir este objetivo es indispensable la colaboración del productor y es por ello que aquellos que deambulan por los centros de comercialización como versos sueltos sin ton ni son, terminan siendo expulsados del sistema.

Durante estos días de julio los técnicos de las principales empresas exportadoras de frutas y hortalizas de Almería andan como locos con lo que se denomina “la programación de cultivo”. Todo el mundo sabe lo que es y su realización tiene un sentido muy práctico. Se trata de sembrar lo que el consumidor compró en la campaña anterior con el objetivo de satisfacer su demanda y evitar picos de carencia o sobre oferta que tan malos resultados da.

A esto hay que añadir la denominada “declaración de corte” que se basa fundamentalmente en avisar de los kilos que se van a recolectar para que los agentes comerciales de las empresas exportadoras tengan una previsión de los kilos que van a entrar cada día a la sala de manipulado. El objetivo es evitar compras innecesarias a terceros que solo provocan una caída del precio del producto ante la necesidad imperiosa de vender volúmenes inesperados.

Es cierto que esta regulación genera cierta tensión en las empresas, pero no queda otra solución nada más que dar “armas” y recursos a los que venden para que consigan el mejor precio posible. Todo aquello que sobra cada día en los centros de comercialización se vende a bajo precio y el resultado final es una bajada indeseada de la cotización media del producto.

Es más que evidente que aquellos que hacen estos procesos con éxito consiguen mejores liquidaciones y sus productores terminan agradeciendo el esfuerzo por los resultados obtenidos. Por otra parte, los que no quieren someterse a este control colaboran con su propio desastre que les hace abandonar esta actividad alquilando o vendiendo la finca al vecino que sí consigue unos resultados muchos más satisfactorios.

La agricultura almeriense es un orgullo para los profesionales de este campo, no obstante, está tan tecnificada que ya deja muy poco tiempo para dirigirla desde el bar.



José Antonio Gutiérrez