Este viernes se ha celebrado en la Universidad de Almería la reunión de la Fundación del Patronato UAL-Anecoop que, entre otros asuntos, ha puesto sobre la mesa la necesidad de profundizar y de continuar con un modelo productivo social, ambiental y económicamente sostenible como el que ya se desarrolla en Almería.

En este sentido, hay que señalar que la Unión Europea valora la importancia del mantenimiento de las zonas de producción agrícola intensivas en los países desarrollados como clave para cubrir las demandas de alimentos de una población mundial, que se estima alcance los 9 mil millones de personas en el año 2050. El papel de la investigación, el desarrollo y la innovación en este ámbito es fundamental para garantizar el abastecimiento futuro. Dicha investigación debe ser obligatoriamente de carácter multidisciplinar para contemplar unos principios de sostenibilidad que garanticen su perdurabilidad.

La sostenibilidad del modelo productivo y de la cadena alimentaria se fundamenta en pilares económicos, medioambientales y humanos, relacionados entre sí de forma transversal. En consonancia con la definición de la FAO de seguridad alimentaria, la sostenibilidad de un modelo agrícola requiere, necesariamente, garantizar una producción de alimentos constante en el tiempo y accesible a la población general; además, los alimentos producidos deben ser nutritivos e inocuos para la salud de los consumidores. Este objetivo debe cumplirse minimizando el impacto en el medioambiente y la biodiversidad, sin olvidar los aspectos humanos, relacionados con una producción ética, que afectan directamente a los trabajadores del sector y a la población general de las zonas rurales y de producción agrícola.

La Universidad de Almería, en su Centro de Investigación en Biotecnología Agroalimentaria (BITAL) y en colaboración con ANECOOP, desarrolla diversas líneas de investigación relacionadas con un modelo productivo agrícola y de gestión de la cadena alimentaria consecuente con criterios de sostenibilidad en el más amplio sentido de la palabra. A modo de ejemplo, algunos de los objetivos contemplados en la investigación del Centro BITAL son:

1. Obtención de variedades de frutas y hortalizas de alto nivel nutricional, ricos en compuestos bioactivos, beneficiosos para la salud y que conserven las características organolépticas adecuadas. Se estudian compuestos que dotan de un valor añadido a nuestra producción, estableciendo, no solo las bases genéticas de su presencia, sino aquellos factores climáticos y agronómicos que influyen en su presencia, de forma que se facilite el mejor posicionamiento en el mercado de nuestros productos. Esta línea de trabajo se completa con la obtención de variedades aptas para su procesado industrial como productos de cuarta o quinta gama, mediante la identificación de caracteres que prolongan su vida útil y/o los hacen apropiados para determinados procesos de la industria agroalimentaria.

2. Investigación en Sostenibilidad de la producción agrícola y de la cadena alimentaria. Además de ANECOOP, participan otras empresas como Syngenta e instituciones europeas como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en proyectos internacionales que estudian los factores que influyen en la sostenibilidad de la producción agrícola intensiva. Estos proyectos están integrados por diferentes países europeos y contemplan aspectos fundamentales como la reducción de insumos, investigando sobre tecnología y biotecnología innovadora que aumenta, en algunos casos, la eficiencia del uso del agua (reducción de la huella hídrica), la reducción del uso de fertilizantes y fitosanitarios y el ahorro de energía sin sacrificar la producción. Un aspecto relevante es la propuesta de alternativas a fitosanitarios con insectos beneficiosos y bioplaguicidas.

Por otra parte, hay una valoración de las externalidades asociadas a un modelo de producción agrícola eficiente, transparencia en la cadena alimentaria, desarrollo rural y bienestar de la población que vive en el medio rural, servicios ecosistémicos como la minimización de la pérdida de suelos por erosión y la disminución de la huella de carbono.

Y, por último, el establecimiento de las llamadas ‘buenas prácticas agrícolas', relacionadas con la salud de los trabajadores, de la población circundante y de la calidad del medioambiente, donde se consideran aspectos relacionados con indicadores de exposición a fitosanitarios, salud de trabajadores y salud pública, inocuidad alimentaria en relación a vigilancia de residuos de fitosanitarios y microbios patógenos y a la formación de las personas implicadas en la cadena alimentaria.